sábado, 17 de diciembre de 2011

Medir la Vida.-


La Vida no se mide anotando puntos, como en un juego.
La Vida no se mide por el número de amigos que tenés, ni por cómo te aceptan los otros.
No se mide según los planes que tenés para el fin de semana o por si te quedás en casa solo.
No se mide según con quién salís, con quién solías salir, ni por el número de personas con quienes saliste, ni por si no has salido nunca con nadie.
No se mide por la fama de tu familia, por el dinero que tenés, por la marca de coche que manejás, ni por el lugar donde estudiás o trabajás.
No se mide ni por lo guapo ni por lo feo que sos, por la marca de ropa que llevás, ni por los zapatos, ni por el tipo que música que te gusta.
La Vida, simplemente, no es nada de eso...
La Vida se mide según a quién amás y según a quién dañás.
Se mide según la felicidad o la tristeza que proporcionás a otros.
Se mide por los compromisos que cumplís y las confianzas que traicionás.
Se trata de la amistad, la cual puede usarse como algo sagrado o como un arma.
Se trata de lo que se dice y lo que se hace y lo que se quiere decir o hacer, sea dañino o benéfico.
Se trata de los juicios que formulás, por qué los formulás y a quién o contra quién los comentás.
Se trata de a quién no le haces caso o ignorás adrede.
Se trata de los celos, del miedo, de la ignorancia y de la venganza.
Se trata del amor, el respeto o el odio que llevas dentro tuyo, de cómo los cultivás y de cómo los regás.
Pero por la mayor parte, se trata de sí usas la Vida para alimentar el corazón de otros.
Vos y solo vos escogés la manera en que vas a afectar a otros y esas decisiones son de lo que se trata la vida.