Avanzamos en la Vida en busca de aprendizajes. Buscamos la sabiduría, y ella llega cuando aprendemos a tomarnos la Vida con buen humor. Ver el lado positivo de las cosas y ser optimista, percibir el vaso medio lleno en vez de medio vacío, es una elección, un acto de libertad.
Tener buen humor es buscar la salud. Las antiguas culturas lo sabían y trabajaban en ese sentido. El optimismo es actitud que equilibra nuestra Vida en todos los órdenes. La ciencia actual lo está considerando en sus terapéuticas. Los especialistas han descubierto que la risa es un buen medicamento que renueva la energía del enfermo y le estimula ante su padecimiento; aseguran que cada vez que reímos se liberan endorfinas, unas hormonas que detienen el dolor y nos llenan de optimismo y ganas de vivir.
Ya Freud decía que detrás de toda broma hay siempre una verdad. Cuando reconocemos la realidad, podemos reírnos de ella. La risa es posible si logramos ponernos en el lugar del otro. Aunque ese otro seamos nosotros mismos, vernos desde otra perspectiva nos hace reconocernos.
Darwin diferencia la risa como respuesta refleja (por ejemplo las cosquillas), de la risa como respuesta emocional a una idea o hecho divertido. Distingue además la diferencia en frecuencia y espontaneidad, entre la risa infantil y la de los adultos, marcando ya la idea de un desarrollo evolutivo en la expresión de la alegría y sus posibles funciones según la edad. Así se plantea la hipótesis de que la risa humana, que incluye una expresión de la voz que no está presente en otros primates, puede deberse a la evolución de los sonidos vocales, que en el reino animal se utilizan como reclamo o como seducción entre los sexos. La emisión de ciertos sonidos podría asociarse con un estado de ánimo placentero.
En ciertas personas es evidente su capacidad de rescatar el mejor lado de las cosas, mientras, que otras sólo ven las dificultades. A ser optimistas también se aprende.
Los hábitos van constituyendo la forma de vida, y uno muy importante es cuidar el lenguaje. Si hablamos de continuo de penas y desgracias, sin duda será muy difícil tener ganas de reírse.
El buen humor es estrategia para resolver conflictos y estimular la creatividad. Con él evadimos el estrés. El humor enseña a las personas a ser menos arrogantes y por lo tanto, más humildes. Ayuda a relacionarse con los otros de manera más distendida.
Reírnos de nosotros mismos evita el miedo al ridículo. Es un remedio contra la timidez. El humor ayuda a encontrar soluciones a los problemas de la vida cotidiana, ya que al tomar una cierta distancia podemos considerar nuevas alternativas. Favorece la adaptación al cambio. Suaviza la autocrítica. Ayuda a la desinhibición. Propicia la autoestima.
En las relaciones interpersonales el buen humor es bueno cuando se instrumenta como respuesta ante una ofensa. "Mi risa es mi espada, y mi alegría, mi escudo".
La risa es útil como mecanismo de expresión, ya que a través de ella se pueden exteriorizar sentimientos. Alivia la angustia frente a una realidad dolorosa o negativa.
Sus beneficios sociales también son notables. Es puente entre las personas y resulta contagiosa. Cuando alguien empieza a reírse los que están cerca comienzan a relajar los músculos de la cara y es casi seguro que acaben riendo todos. Genera complicidad.
Dijimos que el buen humor surge desde una elección libre. Los hombres no nacemos felices o infelices, sino que aprendemos a ser lo uno o lo otro. Aprendemos a ser felices.
El buen humor es una victoria sobre el propio miedo y la propia debilidad. La gente malhumorada suele esconder su inseguridad o su angustia detrás de un talante brusco y distante, y con el tiempo eso acaba haciéndose habitual y se convierte en un rasgo de su carácter. Muchas veces afrontar la Vida con excesivo dramatismo se nos hace costumbre.
Cuando aprendemos a vivir de buen humor ampliamos nuestro filtro de informaciones y disponemos de más intuición. La buena disposición al acaecer de la Vida nos lleva a ser más profundos y comprometidos, procurando el bienestar del otro, manifestando el amor en el deseo de que ese otro también esté bien. El encuentro con otros implica el establecimiento de una relación directa entre el estado individual y el estado colectivo, hay una relación directa entre el estado interior y el estado de nuestro entorno inmediato. Nuestro entorno inmediato no puede escapar de nuestra influencia ni de la influencia de otros entornos vecinos. Así pues, como quiera que ningún estado interior queda limitado a la persona que lo experimenta, es de vital importancia que desarrollemos la tendencia a vivir un estado interior armónico que además nos inmuniza ante los “malos humores” de otros. La alegría es la más clara expresión de la armonía.
Sin duda, explorar los distintos tipos de risa y qué las estimula, nos llevará a avanzar sobre sus funciones y sus posibles aplicaciones.
Cuando nos reímos, estamos en la situación opuesta a la agresión: estamos relajados, distendidos, confiados. Muchas veces al reír con alguien fortalecemos el vínculo. Mantener la risa, o su precursor, la sonrisa, en la edad adulta parece estar relacionado, sin duda, con un estilo psicológico confiado y optimista.
Y respecto a sus efectos sobre nuestro estado de ánimo, diremos con William James “no sólo reímos porque estamos alegres; estamos alegres porque reímos”.