viernes, 7 de diciembre de 2012
La terapia como ensayo final para la vida.-
La amistad entre el paciente y el terapeuta es una condición necesaria pero no suficiente. La psicoterapia no es un sustituto de la vida sino que es, para usar una metáfora teatral, un ensayo final para la verdadera función que es la vida. En otras palabras, aunque la psicoterapia requiere de la amistad, la relación no es un fin sino un medio para un fin.
La intimidad de la relación terapéutica cumple con muchos propósitos. Provee un lugar seguro para que los pacientes se abran lo más posible. Y más aún, les ofrece la experiencia de ser aceptados y comprendidos tras una profunda apertura y un total sinceramiento. Enseña la habilidad social necesaria: el paciente aprende aquello que es necesario en una relación íntima. Y el paciente aprende que la intimidad es posible, incluso alcanzable. Por último, y quizás esto sea lo más importante, la observación de Carl Rogers de que la relación terapéutica sirve como un punto de referencia interno al que los pacientes pueden volver en su imaginación. Al haber adquirido una vez este nivel de intimidad, pueden abrigar la esperanza e incluso la expectativa de desarrollar relaciones similares.
Uno oye a menudo hablar de pacientes (sea en terapia grupal o individual) que son excelentes pacientes o excelentes miembros del grupo y que sin embargo siguen siedno los mismos en su vida exterior. Pueden relacionarse bien con el terapetua o ser miembros clave en el grupo - abiertos, trabajadores, agentes de interacción - y sin embargo no aplican lo que han aprendido a las situaciones exteriores. En otras palabras utilizan la terapia como un sustituto en vez de como un ensayo para la vida.
Esta distinción puede resultar útil en decisiones sobre el final de la terapia. El cambio de comportamiento en la situación terapéutica obviamente no es suficiente: los pacientes deben transferir sus cambios a su entorno de vida. En las etapas últimas de la terapia, pongo mucha energía en asegurar la transferencia del aprendizaje. Si lo consdiero necesario, empiezo a ofrecer un entrenamiento activo, presionando a los pacientes para que experimenten comportamientos nuevos en el entorno laboral, social y familiar.
IRVIN YALOM. EL DON DE LA TERAPIA. EMECÉ EDITORES.
domingo, 25 de noviembre de 2012
Irvin Yalom.-
"Al trabajar con mis pacientes, lo que busco ante todo es conectarme. Para lograrlo, actúo de buena fe: nada de uniformes ni disfraces, nada de exhibir diplomas, títulos profesionales ni premios, nada de fingir saber lo que no sé, nada de negar que los dilemas existenciales también me afligen, nada de negarme a responder preguntas, nada de esconderme detrás de mi papel. Y, finalmente, nada de ocultar que también yo soy humano y vulnerable."
I. Yalom "Mirar al sol"
martes, 13 de noviembre de 2012
Una mirada de la Psicología Humanista sobre el Art. 43 del Código de Ética .-
Al referirnos a
nuestra práctica profesional hemos de considerar la diversidad de propuestas de
trabajo surgidas de las diferentes teorías psicológicas; y, aunque nuestra
antropología nos diferencie, el quehacer del psicólogo coincide en un punto: la
rigurosidad con la que sostenemos los principios éticos que nos rigen.
Así, pongo a disposición
del lector una aproximación de la Psicología Humanista
al Art. 43 de nuestro Código de Ética,
con el afán de difundir sus fundamentos teóricos e invitar a los colegas a
aventurarse en la lectura de los representantes humanistas, desde los cuales
podrán nutrirse de conceptos que ofrecen una mirada diferente.
En palabras de
Abraham Maslow (1): “Debo reconocer que considero esta corriente humanista
dentro de la Psicología
como una revolución en el sentido prístino y más verdadero de la palabra, en el
sentido en que Galileo, Darwin, Einstein, Freud y Marx llevaron a cabo las
suyas; es decir, una corriente que aporta nuevas formas de percibir y pensar,
nuevas representaciones del hombre y la sociedad, nuevos enfoques de la ética y
los valores, nuevas direcciones que seguir. Esta Tercera Fuerza Psicológica es,
en la práctica, un aspecto de una weltanschauung global, de una filosofía de la
vida, de una nueva concepción del hombre…”
Art. 43.- Es responsabilidad inherente al
ejercicio profesional del psicólogo:
a) La actualización periódica y permanente
de sus conocimientos como garantía de responsabilidad e idoneidad que
contribuya al prestigio de la profesión y a la optimización del servicio que
brinda.
b) La realización de una psicoterapia
personal que garantice la preservación de su salud y la de aquellos con quienes
trabaja.
c) La supervisión del trabajo realizado.
Ilustraremos con
pensamientos de algunos de los teóricos de la Tercera Fuerza en Psicología.
Acerca de la actualización periódica y permanente,
tal como lo plantea Rollo May (2) “En cierto sentido todo terapeuta está o
debería estar entregado a la investigación continuamente… e investigación, como
lo indica la propia palabra, es una
búsqueda de las fuentes”.
Desde la Psicología Humanista
es fundamental el replanteo continuo sobre nuestras actitudes y habilidades
como terapeutas ante cada persona en particular. Carl Rogers (3), refiriéndose
al trabajo en la clínica, se pregunta:
“Poseo los conocimientos, los recursos, la
fuerza psicológica y la habilidad necesaria para ser útil a este individuo?
Cómo puedo crear una relación que esta persona pueda utilizar para su propio
desarrollo?”
Así, la
capacitación continuada podrá estar formada por las siguientes actividades:
• Asistencia a
cursos de actualización que supongan una puesta al día sobre aspectos relativos
a la actividad profesional.
• Actualización
bibliográfica sobre los temas profesionales, utilizando los medios de
documentación de uso público y privado.
• Utilización de
las reuniones profesionales y científicas para intercambiar conocimientos sobre
intervenciones concretas realizadas.
• Consulta a
otros profesionales expertos cuando se intervenga sobre casos o problemas en
los que el psicólogo se vea necesitado de un apoyo o asesoramiento.
La revisión, mantenimiento,
actualización y adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, que permitan
mejorar y potenciar la práctica profesional en el campo de la Psicología , es un
deber ético y una responsabilidad personal dada la elección vocacional
realizada.
La formación del
Psicólogo Humanista es inacabada, en coherencia con el fundamento antropológico
que nos sustenta, una concepción de
hombre en devenir, un hombre “siendo”, un hombre con infinitas
posibilidades a desarrollar dentro de situaciones facilitadoras. Nuestro
trabajo es procurarnos esos espacios, en los cuales iniciarnos en la
información que irá formando nuestro propio criterio. Conocer lo más que
podamos sobre nuestra disciplina, ya que, según palabras de Maslow: “Si tu única herramienta es un martillo,
tenderás a tratar a todos como si fueran clavos”.
Cuando decidimos
nuestro rol hacia el trabajo en la clínica se nos hace imprescindible conocer
la diversidad de modelos terapéuticos, la concepción de hombre en que se
sustentan, las teorías o marcos conceptuales desde los que se procura
responder, las modalidades de ayuda, técnicas y recursos. Solo desde allí
podremos elegir libremente dónde posicionarnos en nuestro trabajo. Esto implica una ontología, una epistemología,
una metodología y una praxis en coherencia, que tan solo obtendremos cuando
reconocemos que no cesamos de aprender…
Respecto de la psicoterapia personal, coincidiremos
en que es ético procurarnos un espacio en el cual repensarnos, cuestionarnos y
revisarnos, dado que somos personas afectadas ( connotación dada por el
“afecto”) dentro de nuestros vínculos, que además afectamos en las relaciones
que establecemos con otros. Y considerando que somos nuestra propia herramienta
de trabajo y acompañamos momentos de importancia en la vida de nuestros
consultantes, hemos de poder contactar con nuestras limitaciones y
posibilidades. Es condición indispensable para que un terapeuta pueda ser
agente facilitador de cambio, que él mismo esté genuinamente en busca de su propio
crecimiento y que se vaya realizando.
Irvin Yalom
expresa: “Nunca me canso de decirles a mis estudiantes que su principal
instrumento es su propio ser y que deben mantenerlo bien afinado. Los
terapeutas deben tener un considerable conocimiento de sí, confiar en su
capacidad de observación, y relacionarse con sus pacientes de manera afectuosa
y profesional. Precisamente ese es el motivo por el que los terapeutas no solo
deben someterse a años de terapia personal durante su formación, sino también
regresar a ésta periódicamente” (4)
Disponer de
herramientas para vivir una vida más plena y conciente necesariamente optimiza
nuestra práctica profesional.
Procurarnos el
propio desarrollo personal, el despliegue de nuestras potencialidades, “ser” la
persona que “somos” de la mejor manera posible, descubrir nuestros propósitos
personales, sentirnos íntegros, mantenernos disciplinados en áreas de
bienestar, encontrar paciencia, motivación, coraje en el logro de nuestros
objetivos personales, sentirnos seguros. El reto es ser uno mismo.
Carl Rogers(5),
expresa: "En mi relación con las personas he aprendido que, en definitiva,
no me resulta beneficioso comportarme como si yo fuera distinto de lo que
soy."
"Soy más
eficaz cuando puedo escucharme con tolerancia y ser yo mismo."
"... no podemos
cambiar en tanto no nos aceptemos tal como somos. Una vez que nos aceptamos, el
cambio parece llegar sin que se lo advierta."
"He
descubierto el enorme valor de permitirme comprender a otras persona."
"...
comprender a un hombre que se siente un individuo despreciable e inferior de
alguna manera me enriquece. En estas ocasiones aprendo modificándome de modo
tal que me torno una persona diferente, con mayor capacidad de dar."
"Cuanto más
me abro hacia las realidades mías y de la otra persona, menos deseo 'arreglar
las cosas'."
"Sin
embargo, el aspecto paradójico de mi experiencia consiste en que, cuanto más me
limito a ser yo mismo y más me intereso por comprender y aceptar las realidades
que hay en mí y en la otra persona, tantos más cambios parecen suscitarse.
Resulta paradójico el hecho de que cuanto más deseoso está cada uno de nosotros
de ser él mismo, tantos más cambios se operan, no sólo en él, sino también en
las personas que con él se relacionan."
Estas
reflexiones nos permiten comprender la importancia de la persona del Psicólogo
en la Psicoterapia ,
y el cuidado de esa persona entonces, es indiscutible.
Como terapeuta
humanista entiendo la importancia de acompañar al otro en su propio proceso de
reorganización de su experiencia, aunque difiera con mi percepción, en un pleno
ejercicio de la aceptación incondicional, permitiéndole crecer en su propia
dirección, siguiendo su propia tendencia organísmica a actualizarse. Saberme a
mi misma en proceso me da conciencia de mis limitaciones y de mi continuo
aprendizaje.
Mediante una
terapia personal hemos también de trabajar en la motivación que nos empuja a
trabajar como Psicólogos, hacerla conciente, desenmarañar nuestros conflictos
históricos, nuestras tendencias reparadoras, nuestra omnipotencia y omnisapiencia,
nuestra relación con el poder y demás que hubieran incidido en nuestra elección
profesional. De no hacerlo, podrían
interferir en nuestro quehacer. "No hay ninguna situación en la vida que
carezca de sentido, incluso los aspectos aparentemente negativos de la vida
pueden llegar a convertirse en algo positivo
cuando se afrontan con la actitud correcta": Viktor Emil Frankl(6).
Y Abraham Maslow(7) señala: “Debemos
formular en forma explícita lo que todos aceptamos implícitamente, que nuestro
tipo de trabajo es sentido a veces profundamente y surge de motivaciones
personales profundas, que algunas veces nos identificamos con los objetos de
estudio en vez de separarnos de ellos, que normalmente nos encontramos
estrechamente implicados, y que debemos estarlo, si no queremos que nuestro
trabajo sea una patraña”.
Esta
construcción del conocimiento de sí como persona favorece el autocuidado, lo
cual es ético en sí mismo e implica relaciones complejas con los otros, ya que
es una manera de ocuparse de los otros. La ética profesional propone un cambio
cualitativo integral de la propia persona.
"Me doy
cuenta de que si fuera estable, prudente y estático viviría en la muerte. Por
consiguiente acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales,
porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida,
perpleja y excitante." (Carl Rogers)(8)
En cuanto a la supervisión, hablamos de un espacio en el que se
despliegan interrogantes vinculados a aspectos teóricos y prácticos del hacer
en psicoterapias. La supervisión entrena al profesional que oficia de terapeuta
en la escucha y en la elaboración de hipótesis que permitan introducir
intervenciones óptimas. El prefijo
“super” etimológicamente significa “arriba”, sobreentendiéndose entonces que
hay alguien que mira nuestro trabajo “desde arriba”, En Psicología Humanista
hablamos de “covisión”, en tanto que la entendemos desde un estilo que elimina
la mirada “super” y aludimos al “con”. Visionamos juntos el trabajo del terapeuta
con la persona que le consulta. La covisión nos permite “pensar con otros”.
Entendemos que en la covisión no hay alguien que sabe a ciencia cierta por
donde seguir, sino que en todo caso, habrá hipótesis que se irán armando entre
los participantes covisantes. El coordinador covisor, es un profesional que,
aunque con mayor experiencia, se presenta como facilitador.
Es la nuestra
una tarea en la que continuamente nuestro ser se involucra con otro ser en una relación terapéutica que fundamentalmente
es humana. En palabras de Irvin Yalom (9) “La psicoterapia debe ser una
experiencia profundamente humana: nada vital puede surgir de procedimienos
mecánicos e inhumanos”. El proceso de la
terapia desde el ECP constituye una experiencia dinámica, única y diferente con
cada persona, lo cual exige multiplicidad de destrezas operativas, que han de
ser covisadas a fin de optimizarlas. Preguntar, dudar, cuestionar la tarea
terapéutica abre caminos de mayor riqueza y responsabilidad.
El terapeuta
debe procurarse un espacio y una relación en los que pueda diferenciar sus
propias experiencias y sentimientos, pueda clarificar significados personales
de las vivencias de la relación terapéutica, pueda dialogar y compartir cómo se
siente en dicha relación, sus percepciones y expectativas, darse cuenta de sus
modos de interacción, ampliar el campo perceptual, descubrir sus recursos
personales, posibilidades y limitaciones para el trabajo terapéutico en cada
una de las personas que atiende. Es un proceso de aprendizaje experiencial,
significativo y participativo en el que ha de ampliar sus puntos de vista
promoviendo la confianza en la autorregulación organísmica, la esencia del
Humanismo.
La covisión
procura afinar el estilo terapéutico personal, la forma en que cada profesional
siente y transmite los postulados humanistas. Se procura quitar énfasis al
“querer explicar” y al “querer comprenderlo todo”, “preverlo todo”, “analizarlo
todo”, al precio de ahogar la espontaneidad, la creatividad y lo imprevisto que
son características innatas de todo lo que vive.
La elección de
la palabra “covisión” responde a la
propia necesidad de búsqueda, aprendizaje y resignificación. Y más allá de la
palabra, lo importante es crear espacios en los cuales seguir creciendo,
desarrollándonos y desplegándonos, ya que eso es lo que posibilitará que
también lo hagan las personas que nos consultan.
Participar de un
espacio de covisión nos demanda la humildad suficiente como para que otros
opinen, intervengan, en nuestro quehacer profesional, así como aprender a
pensar con otros los trabajos terapéuticos a su cargo. Nos favorece el saber
escuchar, respetar los ritmos y tiempos de otros, tener sentido del humor, ser
cálido, comprensivo, tolerante, hacer el trabajo con mesura, estudiar e
investigar de continuo, tener confianza en sí mismo, ser flexible, ser
creativo, tener capacidad introspectiva, responsable, tener una preparación
técnica adecuada y un buen encuadre del trabajo.
Nuestro trabajo
como Psicólogos nos presenta muchas veces interrogantes, que son los que
llevamos a covisar y se convierten en su hilo conductor.
Como dice Rollo
May (10) “una de las principales razones de la situación ambigua y difícil en
la que nos encontramos los psicólogos es que hemos evitado permanentemente la
confrontación con el dilema del hombre. A causa de nuestra tendencia a la
reducción, aparentemente omnipresente, omitimos aspectos esenciales del
funcionamiento humano. Y terminamos sin la ‘persona a la que ocurren estas
cosas’. Nos quedamos sólo con las ‘cosas’ que pasan, suspendidas en medio del
aire. El pobre ser humano desaparece en el proceso”
Ser psicólogo es
una experiencia maravillosa, en la que estamos en una relación interpersonal
profunda. Rogers sostiene que el comprender al otro es riesgoso, ya que podría
modificarnos y todos experimentamos temor frente al cambio. Pero la comprensión
enriquece, porque permite penetrar en el marco de referencia del otro, y
conocer su propia visión de la vida.
“No es frecuente
que tenga lugar un encuentro personal tan profundo y mutuo, pero estoy
convencido de que si no ocurre de vez en cuando, no vivimos como seres
humanos." (Carl Rogers)
“He descubierto
el sentido de mi vida, ayudando a otros a descubrirlo en las suyas”. Víktor
Emil Frankl (11). O en palabras de Ricardo Peter (12)“La tarea del terapeuta es
antes que nada reconciliar al hombre consigo mismo, ayudarlo a perdonarse por
el hecho de ser limitado y llevar comprensión a quienes están sumidos en la
lucha encarnizada de ser humanos. En esta batalla en campo abierto, la responsabilidad
del terapeuta es funcionar como persona, esto es, conservarse básicamente
humano. Este es su triunfo.”
Oración
Gestáltica (Fritz Perls)
Yo soy Yo
Tú eres Tú.
Yo no estoy en
este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en
este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú
Yo soy Yo.
Si en algún
momento o en algún punto nos encontramos será maravilloso, si no, no puede
remediarse.
Falto de amor a
mi mismo cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a
ti cuando intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como realmente
eres.
Tú eres Tú y Yo
soy Yo
Claudio Rud (13)
nos dice: “La psicoterapia es entonces un suceso que se manifiesta descentrado,
lúdico, creador de nuevos sentidos, que
posibilita la constitución del fenómeno originario del encuentro e implica una
especie de convivencia de todos los elementos del Entre”, que encuentran allí
su potencia de hacerse manifiestos”.
Es difícil
permitir que los demás difieran de nosotros, o que piensen y sientan de un modo
distinto. Pero las diferencias entre los individuos, el derecho de cada uno de
utilizar su experiencia a su manera y descubrir en ella sus propios
significados, es una de las potencialidades más valiosas de la vida y es una
forma de ayudar a convertirse en persona, y ayudarnos a convertirnos en
personas…
Lic. Liliana
A.Villagra
Referencias
(1)
(7)“El hombre autorrealizado”, Abraham Maslow,
ed.Kairos
(2)
“Amor y Voluntad”, Rollo May, ed. Gedisa
(3)
(5) “El proceso de converirse en persona”, Carl Rogers
(4)
“Mirar al sol”, Irvin Yalom, Emecé
(6)“El hombre en busca del destino”, Viktor Frankl
(8) “El camino del ser”, Carl Rogers
(9) “Terapia a dos voces”, Irvin Yalom, Emecé
(10) “El dilema existencial del hombre moderno”; Rollo May
(11) “Fundamentos y aplicaciones de la
logoterapia”, Viktor Frankl, Ed. San Pablo
(13) “Entre metáforas y Caos”, Claudio Rud, Ed.Nueva Generación
domingo, 14 de octubre de 2012
El credo de un humanista.-
Erich Fromm
1.- Creo que la unidad del hombre, a diferencia de otros seres vivientes, se debe a que el hombre es la vida consciente de sí misma. El hombre es consciente de sí mismo, de su futuro, que es la muerte; de su pequeñez, de su impotencia. Es consciente del otro en cuanto otro. El hombre está en la naturaleza, y sometido a sus leyes, aunque la trascienda con el pensamiento.
2.- Creo que el hombre es consecuencia de la evolución natural: que ha nacido del conflicto de estar preso y separado de la naturaleza y de la necesidad de hallar unidad y armonía con ella.
3.-Creo que la naturaleza del hombre es una incoherencia, debida a las condiciones de la existencia humana, que exige buscarle soluciones, las cuales a su vez crean nuevas incoherencias y la necesidad de nuevas soluciones.
4.- Creo que toda solución a estas incoherencias puede cumplir realmente la condición de ayudar al hombre a superar el sentimiento de separación y a lograr un sentimiento de concordancia, comunidad y participación.
5.- Creo que, en toda solución a estas incoherencias, el hombre sólo tiene la posibilidad de escoger entre avanzar o retroceder. Estas opciones, que se manifiestan en actos precisos, son medios para rebajar o para desarrollar la humanidad que tenemos dentro.
6.-Creo que la alternativa fundamental para el hombre es la elección entre “vida” y “muerte”, entre creatividad y violencia destructiva, entre la realidad y el engaño, entre la objetividad y la intolerancia, entre fraternidad con independencia y dominio con sometimiento.
7.- Creo que podemos atribuir a la “vida” el significado de continuo nacimiento y constante desarrollo.
8.-Creo que podemos atribuir a la “muerte” el significado de suspensión del desarrollo y continua repetición.
9.- Creo que, con la solución regresiva, el hombre trata de encontrar la unidad librándose del insoportable miedo a la soledad y a la incertidumbre, desfigurando lo que lo hace humano y lo atormenta. La orientación regresiva se desarrolla en tres manifestaciones, juntas o separadas: La necrofilia, el narcisismo y la simbiosis incestuosa.
Por necrofilia entiendo el gusto por todo lo que es violencia y destrucción : el deseo de matar, la adoración de la fuerza, la atracción por la muerte, el suicidio y el sadismo y el deseo de transformar lo orgánico en inorgánico sometiéndolo al “orden”. El necrófilo, por carecer de las cualidades necesarias para crear, en su impotencia encuentra más fácil destruir, porque para él sólo una cualidad tienen valor: la fuerza.
Por narcisismo entiendo la falta de un interés autentico por el mundo exterior y un intenso apego a uno mismo, al grupo, clan, religión, nación, raza, etc., con graves distorsiones del juicio racional. En general, la necesidad de satisfacción narcisista deriva de la necesidad de compensar una pobreza material y cultural.
Por simbiosis incestuosa entiendo la tendencia a seguir ligado a la madre y a sus equivalentes : la estirpe, la familia o la tribu ; a descargarse el insoportable peso de la responsabilidad, la libertad y la conciencia, para ser protegido y amado en un estado de seguridad con dependencia, que paga el individuo con el cese de su propio desarrollo humano.
10.-Creo que, escogiendo avanzar, el hombre puede encontrar una nueva unidad mediante el pleno desarrollo de todas sus energías humanas, que se muestran en tres orientaciones, juntas o separadas: la biofilia, el amor a la humanidad y a la naturaleza y la independencia y libertad.
11.- Creo que el amor es la llave principal para abrir las puertas al “crecimiento” del hombre. El amor y la unión a alguien o algo fuera de uno mismo permite trabar relaciones con otros, sentirse uno con otros, sin reducir el sentido de integridad e independencia. El amor es una orientación positiva, para la cual es esencial que se hallen presentes al mismo tiempo la solicitud, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento del objeto de unión.
12.- Creo que la experiencia del amor es el acto más humano y humanizador que es dado gozar al hombre y, como la razón, carece de sentido si se entiende de manera parcial.
13.-Creo en la necesidad de “liberación” de los lazos, externos o internos, como condición para poder tener la “libertad” de crear, obrar, querer saber, etc., para poder llegar a ser un individuo libre, activo y responsable.
14.- Creo que libertad es la capacidad de obedecer la voz de la razón y del conocimiento, en contra de las voces de las pasiones irracionales. Es la emancipación que libera al hombre y lo pone en el camino de emplear sus facultades racionales y de comprender objetivamente el mundo y el papel que en éste representa.
15.- Creo que la “lucha por la libertad” tiene, en general, el sentido excluido de lucha contra la autoridad impuesta sobre la voluntad individual. Hoy “lucha por la libertad” debe significar liberarnos, individual y colectivamente, de la “autoridad” a la que nos hemos sometido “voluntariamente” : liberarnos de las fuerzas interiores que exigen este sometimiento porque somos incapaces de soportar la libertad.
16.- Creo que la “libertad de elección” no siempre es igual para todos los hombres en todo momento. El hombre de orientación exclusivamente necrofílica, narcisista o simbiótico incestuosa, puede tomar sólo una opción regresiva. El hombre libre, liberado de lazos irracionales, no puede tomar ya una opción regresiva.
17.- Creo que el problema de la libertad de elección existe sólo para el hombre de orientaciones contrapuestas, y que esta elección siempre está estrechamente condicionada por deseos inconscientes y por justificaciones tranquilizadoras.
18.- Creo que nadie puede “salvar” a su prójimo decidiendo por él. Únicamente podrá ayudarlo señalándole alternativas posibles, con toda sinceridad y amor, sin sensiblería ni engaño alguno. La conciencia intelectiva de las alternativas liberadoras puede reavivar en un individuo sus energías ocultas y ponerlo en el camino en el que escoja la “vida”, en lugar de la “muerte”.
19.- Creo que la igualdad se siente cuando, al descubrirse uno mismo por completo, se reconoce igual a otros y se identifica con ellos. Todo individuo lleva la humanidad en su interior. La “condición humana” es única e igual en todos los hombres, a pesar de las inevitables diferencias de inteligencia, talento, estatura, color, etc.
20.- Creo que la igualdad entre los hombres se debe recordar especialmente para evitar que uno se convierta en instrumento de otro.
21.- Creo que la fraternidad es el amor dirigido a nuestros semejantes. No obstante, se quedará en palabra hueca mientras no se hayan eliminado todos los lazos “incestuosos” que impiden juzgar objetivamente al “hermano”.
22.- Creo que el individuo no puede entablar estrecha relación con su humanidad en tanto no se disponga a trascender su sociedad y a reconocer de qué modo ésta fomenta o estorba sus potenciales humanas. Si le resultan “naturales” las prohibiciones, las restricciones y la adulteración de los valores, es señal de que no tiene un conocimiento verdadero de la naturaleza humana.
23.- Creo que la sociedad ha chocado siempre con la humanidad, aun teniendo una función a la vez estimulante e inhibitoria. La sociedad no dejará de paralizar al hombre y promover la dominación hasta que su fin se identifique con el de la humanidad.
24.- Creo que podemos y debemos esperar una sociedad cuerda que fomente la capacidad del hombre de amar a sus semejantes, de trabajar y crear, de desarrollar su razón y un sentido real de sí mismo basado en la experiencia de su energía positiva.
25.- Creo que podemos y debemos esperar la recuperación colectiva de una salud mental caracterizada por la capacidad de amar y crear, por la liberación de los lazos incestuosos con el clan y la tierra, por un sentido de identidad basado en la experiencia que tienen de sí mismo el individuo como sujeto y agente de sus facultades y por la capacidad de influir en la realidad exterior e interior a uno mismo, logrando el desarrollo de la objetividad y de la razón.
26.- Creo que, mientras parece que este mundo nuestro enloquece y se deshumaniza, cada vez más individuos sentirán la necesidad de asociarse y colaborar con quienes compartan sus preocupaciones.
27.- Creo que estos hombres de buena voluntad, no sólo deben hacerse una interpretación humana del mundo, sino que también deben señalar el camino y trabajar por su posible transformación: la interpretación sin voluntad de reforma es inútil ; la reforma sin previa interpretación es ciega.
28.- Creo posible la realización de un mundo en que el hombre “ser” mucho aunque “tenga” poco ; un mundo en que el móvil dominante de la existencia no sea el consumo ; un mundo en que el “hombre” sea el fin primero y último ; un mundo en que el hombre pueda encontrar la manera de dar un fin a su ida y la fortaleza de vivir libre y desengañado.
viernes, 28 de septiembre de 2012
La Pareja: Encuentros y Desencuentros.-
Proponemos la creación de un espacio confiable de encuentro y aprendizaje compartido, a través de un trabajo integrador. Cuando me encuentro con otro: ¿Qué veo?, ¿Qué distorsiona mi mirada?, ¿Cuánto de mi historia está puesta en el otro?, ¿Desde qué lugar lo escucho?, ¿Qué me pasa con las diferencias, con los juicios de valor?, ¿Te veo?, ¿Me ves?.
Es precisamente el encuentro con el otro, el espacio grupal, el compartir experiencias, lo que nos permite “darnos cuenta” de lo que nos pasa en el “aquí y ahora” y transformar la dificultad en aprendizaje y nuevas opciones para mejorar el vínculo con nosotros mismos y los demás.
Es precisamente el encuentro con el otro, el espacio grupal, el compartir experiencias, lo que nos permite “darnos cuenta” de lo que nos pasa en el “aquí y ahora” y transformar la dificultad en aprendizaje y nuevas opciones para mejorar el vínculo con nosotros mismos y los demás.
sábado, 22 de septiembre de 2012
El Rey y el Mendigo.-
El rey caminaba por el pueblo cuando se encontró con un mendigo llamado Latif, el mendigo tenia fama de sabio y buen conocedor de la vida, sin embargo, su situación económica era penosa.
Al rey le dio pena y le dijo que le daría una moneda si contestaba una pregunta.
El mendigo acepto, y le respondió la pregunta en forma maravillosa. El rey sorprendido le propuso una nueva pregunta a cambio de otra moneda, y el mendigo acepto el desafío, porque era lo que mas le gustaba, la pregunta tenia mucho que ver con su reino, y Latif nuevamente, no solo contesto la pregunta, sino que además, dio una respuesta inteligente.
El rey le propuso a Latif, que lo acompañe al castillo y que comparta con el las decisiones del palacio, y así fue, a partir de ese momento, Latif se convirtió en el consejero del rey, ya no pasaba hambre, y el rey lo compensaba con un dinero sustancioso, Latif alcanzo una gran fama en el reino, y sobretodo en el castillo, tanta fama le trajo enemigos, que querían ver a Latif lejos de allí.
Buscaban alguna historia que lo perjudicara, hasta que una mañana, un cortesano se acerco al rey y le dijo
- Su majestad, quiero avisarle que su consejero esta preparando un complot
- ¿y como lo sabes?
- porque todos los días, a la 5 de la tarde en forma misteriosa, llega hasta el ala norte del castillo, y se oculta en una habitación, ¿porque razón lo haría? sino para complotar contra usted.
- lo comprobare esta tarde, dijo el rey
Esa tarde, el rey se escondió en un pasillo y vio llegar a Latif, en forma silenciosa, mirando a ambos lados, saco una llave que tenia colgada en el cuello e ingreso a una habitación.
El rey, se dio cuenta, que era cierto, Latif lo estaba engañando, se acerco a la puerta y golpeo.
- Quien es, dijo Latif desde adentro
- ábreme, soy el rey
- Su majestad, que hace aquí
- ¿que haces tu aquí? déjame pasar
Al entrar, el rey comprobó que la habitación era pequeña, oscura, no tenia ventanas ni puertas, y había un gancho colgado del techo con una túnica toda raída, un plato de madera en el piso, y un bastón viejo de madera contra la pared.
- Dime, Latif, que es todo esto, que haces aquí?
- Mi rey, cuando yo llegue al castillo, alcance la fama, deje de pasar hambre y amase una fortuna importante, sin embargo, todas las tardes vengo a este lugar, y observo, la túnica, el plato de madera y el bastón, que era lo único que tenia cuando llegue aquí, y lo hago para no olvidarme de donde vengo.
sábado, 15 de septiembre de 2012
Proverbio Zen.-
Un grupo de discípulos le preguntó una vez a su maestro Zen: ¿De dónde viene el lado negativo de nuestra mente? El maestro se retiró un momento y enseguida regresó con un gigante lienzo en blanco. En medio del lienzo había un pequeño punto negro.
¿Qué ven en este lienzo? preguntó el maestro. Los discípulos respondieron, un pequeño punto negro. El maestro dijo: Ese es el origen de la mente negativa. Ninguno de ustedes ve la enorme extensión que lo rodea.
martes, 21 de agosto de 2012
Carl Rogers.-
"... la terapia centrada en la persona se basa en una
premisa que al principio pareció azarosa e incierta:
la convicción de que el hombre es, por esencia, un
organismo digno de confianza. Con el correr de los
años, este principio básico se halló confirmado por
la experiencia adquirida con personas perturbadas,
con psicóticos, en pequeños grupos intensivos, alumnos y grupos profesionales. Este principio adquirió
fundamentos cada vez más sólidos, se convirtió en
algo fundamental, aun cuando cada persona deba
aprenderlo, etapa por etapa, por sí misma, a fin de
convencerse de su solidez. Yo lo he descrito recientemente como "la hipótesis poco a poco formulada
y verificada, de acuerdo con la cual el individuo tiene en sí mismo vastos recursos que le permiten
comprehenderse, cambiar su propia representación
personal, sus actitudes y el comportamiento que se
dicta a sí mismo. Por otra parte, esos recursos no
pueden manifestarse sino cuando uno puede ofrecer
un clima definido de actitudes psicológicas facilitadoras. "
(Carl Rogers, El poder de la persona)
Carl Rogers.-
"El cambio personal se ve facilitado cuando el
psicoterapeuta se muestra tal cual es, cuando
en su relación con el cliente es auténtico y no
se escuda tras máscaras o fachadas, sino que
abiertamente manifiesta los sentimientos y las
actitudes que en ese momento surgen en él.
Hemos acuñado el término 'congruencia' para
describir esta condición."
(C.R. Rogers, El proceso de convertirse en persona)
lunes, 20 de agosto de 2012
El miedo innecesario.-
Nada causa tanto sufrimiento como el miedo a sufrir. Evita entonces el miedo innecesario.
Por miedo a sufrir soledad, sufres la tortura de una mala compañía.
Por miedo a sufrir el final de una relación, sufres por años el infierno de una mala pareja.
Por miedo a sufrir las responsabilidades de adulto, sufres de por vida el actuar como un niño inválido.
Por miedo a sufrir a causa de tus errores, sufres las consecuencias de no comprometerte ni jugártela nunca.
Por miedo a sufrir el rechazo de los otros, sufres en tu soledad y tu aislamiento, sin salir nunca hacia el encuentro.
Por miedo a sufrir el que alguien no te quiera, te conviertes en posesivo y lo único que consigues es que todos huyan de ti y te quedes solo.
Por miedo a sufrir una relación sexual no bien lograda, sufres por años la castración de una impotencia impuesta por ti mismo.
Por miedo a fracasar en tus proyectos, sufres el terrible fracaso de no emprender ninguno.
Por miedo a que tu hijo dé un mal paso, lo conviertes en un inmaduro y un sobreprotegido, incapaz de caminar por su cuenta.
Hay un temor al sufrimiento que es sano, porque funciona como una señal de alarma que suena a tiempo para que evites el dolor innecesario. Pero hay un temor al sufrimiento que es enfermo, porque es como una alarma que suena todo el tiempo, que te impide vivir y te causa sufrimientos que podrías evitar.
Evita entonces el miedo innecesario.
Por miedo a sufrir soledad, sufres la tortura de una mala compañía.
Por miedo a sufrir el final de una relación, sufres por años el infierno de una mala pareja.
Por miedo a sufrir las responsabilidades de adulto, sufres de por vida el actuar como un niño inválido.
Por miedo a sufrir a causa de tus errores, sufres las consecuencias de no comprometerte ni jugártela nunca.
Por miedo a sufrir el rechazo de los otros, sufres en tu soledad y tu aislamiento, sin salir nunca hacia el encuentro.
Por miedo a sufrir el que alguien no te quiera, te conviertes en posesivo y lo único que consigues es que todos huyan de ti y te quedes solo.
Por miedo a sufrir una relación sexual no bien lograda, sufres por años la castración de una impotencia impuesta por ti mismo.
Por miedo a fracasar en tus proyectos, sufres el terrible fracaso de no emprender ninguno.
Por miedo a que tu hijo dé un mal paso, lo conviertes en un inmaduro y un sobreprotegido, incapaz de caminar por su cuenta.
Hay un temor al sufrimiento que es sano, porque funciona como una señal de alarma que suena a tiempo para que evites el dolor innecesario. Pero hay un temor al sufrimiento que es enfermo, porque es como una alarma que suena todo el tiempo, que te impide vivir y te causa sufrimientos que podrías evitar.
Evita entonces el miedo innecesario.
sábado, 11 de agosto de 2012
Itaca.-
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Constantinos Petros Cavafis
sábado, 28 de julio de 2012
Me doy permiso.-
Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia, de las que me ignoran, me niegan un beso, un abrazo...
No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie.
Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.
Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.
Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”, el que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.
No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse.
Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.
Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas
Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría
inexplorada.
Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer.
Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.
Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir:
inhumano.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable.
No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.
Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración.
Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.
Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior.
Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.
Empiezo por reconocer mis valores, Y el resto vendrá solo. No espero de fuera.
Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.
Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo.
Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.
Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.
Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados: las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio.
Prefiero las relaciones menos densas.
Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.
No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Elijo lo que me da salud y vitalidad.
Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros.
No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.
Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo “normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.
lunes, 23 de julio de 2012
Carl Rogers.-
"El proceso de encontrarse a sí mismo, de aceptarse y de mostrarse como se es, no es algo que sólo tenga lugar en la terapia o en los grupos. Mucha gente no ha pasado por ninguna de esas experiencias. Incluso para quienes pasan por ellas, tanto la terapia como el grupo no duran más que cierto tiempo. Para todos nosotros, en cambio, la búsqueda por llegar a ser la persona que de manera tan singular somos, es un proceso que dura toda la vida."
Carl Rogers y H.J. Freiberg
Fragmento de LIbertad y Creatividad en Educación.
domingo, 22 de julio de 2012
Temores.-
TEMORES
Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta
que únicamente fracaso cuando no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.
Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan mas vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.
Ernest Hemingway
miércoles, 18 de julio de 2012
Carl Rogers.-
"El proceso de encontrarse a sí mismo, de aceptarse y de mostrarse como se es, no es algo que sólo tenga lugar en la terapia o en los grupos. Mucha gente no ha pasado por ninguna de esas experiencias. Incluso para quienes pasan por ellas, tanto la terapia como el grupo no duran más que cierto tiempo. Para todos nosotros, en cambio, la búsqueda por llegar a ser la persona que de manera tan singular somos, es un proceso que dura toda la vida."
Carl Rogers y H.J. Freiberg
Fragmento de LIbertad y Creatividad en Educación.
sábado, 16 de junio de 2012
"La sexualidad a medida que envejecemos".-
La sexualidad en la vejez está a menudo basada en estereotipos que no existen y también asociada a un descontento o a disfunción sexual. Los estereotipos que las personas mayores son físicamente sin encanto, indiferentes al sexo o incapaces de tener estimulaciones sexuales, son ampliamente difundidos. Estos estereotipos, unidos a la desinformación, conducen la gente a tener una actitud pesimista hacia la sexualidad durante la vejez. Consideremos además que "sexualidad" se refiere a un concepto muy amplio, que incluye la genitalidad aunque no se queda en ella.
Con una razonable salud personal y un amante disponible, la mayoría de las personas mayores siguen teniendo relaciones sexuales en su octava y novena década.
Esta afirmación se apoya sobre una investigación demostrando que un gran porcentaje de los individuos, no solo continúan la actividad sexual regular sino la edad de 65 años, más también están generalmente satisfechos del sexo y de su amante.
La mayoría de las personas mayores quieren y pueden apreciar una sexualidad activa y satisfactoria.
La Lic. Martha Rivas, Psicogerontóloga, abordará este tema en el marco de nuestros Espacios Dialécticos...
viernes, 25 de mayo de 2012
Ves al revés!
"Había una vez una señora murciélago que entendía todo al revés. Por lo menos eso pensaban los pequeños animales de la selva. Todo comenzó cuando llegó doña Murciélago. Búho Sabio quería darle un regalo de bienvenida y pidió a los animales que averiguaran qué le gustaría.
--Me gustaría una sombrilla para mantener mis pies secos-- dijo doña Murciélago
--¡Las sombrillas son para mantener la cabeza seca, no los pies! – susurró bebé Elefante.
Pero sin pensarlo más le regalaron una elegante sombrilla nueva. Entonces doña Murciélago dijo otra cosa muy rara.
-- Estoy muy contenta de tener una sombrilla: allá abajo en el cielo hay un enorme nubarrón.
Pequeña Jirafa reía en voz baja.
-- Doña Murciélago ve al revés, el cielo está arriba, no abajo.
Pero doña Murciélago dijo otra cosa graciosa.
-- Si llueve muy fuerte, el río crecerá y mis orejas se mojarán.
-- ¡Pero si el río crece se mojarán nuestros pies, no nuestras orejas! -- gruñó Cachorro León.
-- Usaría un sombrero para la lluvia, pero se me caería al pasto que está allá arriba – agregó doña Murciélago.
-- Pero el pasto no está arriba, está abajo – murmuró Joven Rinoceronte.
Para entonces, todos los pequeños animales de la selva pensaban que doña Murciélago estaba completamente chiflada. Y corrieron a consultar a Búho Sabio.
-- Doña Murciélago está zafada, dice puras tonterías. Puede ser peligrosa ¡Auxilio! – dijeron.
-- ¿Por qué creen que doña Murciélago está loca? – ululó Buhó Sabio.
-- Es que ve las cosas distinto a nosotros – dijo Joven Rinoceronte. – Muy distinto.
Búho se quedó pensativo. Luego dijo:
-- Voy a hacerle a doña Murciélago unas sencillas preguntas y después decidiré si necesita que le revisen la cabeza.
Entonces todos fueron a visitar a doña Murciélago. Buhó le preguntó si le molestaba que le hiciera algunas preguntas.
-- Para nada – dijo ella.
-- Primera pregunta -- dijo Búho -- ¿cómo es un árbol?
-- Eso es fácil – dijo Doña Murciélago --, un árbol tiene el tronco arriba y las hojas abajo.
-- ¿Ves, Búho? doña Murciélago está zafada – dijo riéndose Pequeña Jirafa –
-- Segunda pregunta – dijo Búho -- ¿Cómo es una montaña?
-- Eso es más fácil – dijo Doña Murciélago—Una montaña tiene una parte aplanada arriba y una parte puntiaguda colgando hacia abajo.
-- La parte puntiaguda apunta hacia arriba – dijo Chico Cabra.
-- ¡Doña Murciélago está loca! – gritaron todos -- ¡llamen al doctor!
-- Última pregunta – dijo Búho Sabio --; pero quiero que la respondan todos menos doña Murciélago.
Los pequeños animales aceptaron.
-- Pregunta número tres – dijo Búho -- ¿alguna vez han tratado de ver las cosas desde el punto de vista de doña Murciélago?
Entonces hizo que todos se colgaran de una rama, como ella.
-- Doña Murciélago tenía razón – dijo Chico Cabra – La parte puntiaguda de la montaña cuelga hacia abajo.
-- Y el árbol tiene el tronco arriba y las hojas abajo – dijo Pequeña Jirafa
--Y miren ¡El pasto está sobre nuestras cabezas, y el cielo no! – dijo Joven Rinoceronte.
Justo entonces comenzó a llover. Y llovió y llovió y siguió lloviendo.
-- ¿Me puedo bajar ya, Búho? – dijo Cachorro León – el río está creciendo y mis orejas se están mojando.
-- Así mis pies se empapan – dijo Bebé Elefante.
Entonces doña Murciélago les prestó su nueva sombrilla para que se mantuvieran secos.
-- Gracias, doña Murciélago – le dijo Bebé Elefante. – Perdón por decir que estaba loca.
-- Todos lo sentimos – dijeron los pequeños animales de la selva.
-- Por favor ¡no sean bobos! – dijo sonriendo doña Murciélago."
Jeanne Willis y Tony Ross.
sábado, 19 de mayo de 2012
La gente que me gusta. Mario Benedetti.-
Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla,
que no hay que decirle que haga las cosas,
sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace.
La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños
se apoderan de su propia realidad.
Me gusta la gente con capacidad para asumir
las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto
por lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien se permite,huir de los consejos sensatos dejando las soluciones
en manos de nuestro padre Dios.
Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma,
la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida,
que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de si,
agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas,
de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente,
pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
A éstos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica.
La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor.
La gente que nunca deja de ser aniñada.
Me gusta la gente que con su energía contagia.
Me gusta la gente sincera y franca,
capaz de oponerse con argumentos razonables
a las decisiones de cualquiera.
Me gusta la gente fiel y persistente,
que no desfallece cuando
de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer
que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores,
se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
La gente que lucha contra adversidades.
Me gusta la gente que busca soluciones.
Me gusta la gente que piensa y medita internamente.
La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo,
social, ni como lucen.
La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.
Me gusta la gente que tiene personalidad..
Me gusta la gente capaz de entender
que el mayor error del ser humano
es intentar sacarse de la cabeza
aquello que no sale del corazón.
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad,
el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegria,
la humildad, la Fé, la felicidad, el tacto, la confianza,
la esperanza, el agradecimiento, la sabiduria, los sueños,
la humildad, el arrepentimiento, y el amor para los demás y propio
son cosas fundamentales para llamarse GENTE.
Con gente como ésa, me comprometo
para lo que sea por el resto de mi vida,
ya que por tenerlos junto a mi me doy por bien retribuido.
GRACIAS POR SER DE ESA GENTE.
Imposible ganar sin saber perder.
Imposible andar sin saber caer.
Imposible acertar sin saber errar.
Imposible vivir sin saber revivir.
La gloria no consiste en no caer nunca, si no mas bien en levantarse todas las veces que sea necesario.
Y ESO ES ALGO QUE MUY POCA GENTE TIENE EL PRIVILEGIO DE PODER EXPERIMENTAR.
Bienaventurados aquellos que ya consiguieron recibir con la misma naturalidad el ganar o el perder, el acierto y el error, el triunfo y la derrota...
-Mario Benedetti-
lunes, 14 de mayo de 2012
Una vida plena. Carl Rogers.-
Mis ideas acerca del significado de una vida plena se basan sobre todo en mi experiencia de trabajo con los clientes, en la relación íntima que se denomina psicoterapia. Estas ideas no se apoyan en un marco de referencia escolástico o filosófico, sino que tienen un sustrato empírico, basado en la propia experiencia y adquirido por medio de la observación y participación en la lucha de personas conflictuadas y empeñadas en lograr la vida plena que anhelan.
Debo aclarar desde el comienzo que mi experiencia se debe a la posición de privilegio que me ofrece una orientación psicoterapéutica desarrollada a través de los años. Es posible que todas las psicoterapias sean básicamente similares. No obstante, puesto que ya no estoy tan seguro de ello como antes, deseo aclarar que mi experiencia terapéutica se ha desarrollado según los métodos que a mi juicio resultan más efectivos. Me refiero a la psicoterapia “centrada en el cliente”.
Pienso que las experiencias terapéuticas que más enseñanzas me han brindado acerca de la vida plena fueron aquellas en las que hubo mayor movimiento; por eso intentaré describir brevemente cómo sería una terapia de este tipo llevada a cabo de manera óptima en todos sus aspectos. Si la terapia fuera inmejorable, intensiva y totalizadora, ello significaría que el terapeuta ha sido capaz de iniciar una relación subjetiva e intensamente personal con su cliente y que se ha relacionado con él, no como un científico con su objeto de estudio, ni como un médico que espera diagnosticar y curar, sino como una persona con otra persona. Esto implica que el terapeuta considera a su cliente como una persona de valor propio e incondicional, cualesquiera que sean su condición, su conducta o sus sentimientos; significa que el terapeuta se comporta de manera auténtica y enfrenta al cliente con los sentimientos que vivencia orgánicamente, sin escudarse detrás de ninguna máscara defensiva. En ese caso, el terapeuta es capaz de permitirse comprender a su cliente, sin que barreras internas le impidan sentir de la misma manera que éste en cada momento de la relación, y puede transmitirle parte de su comprensión empática. Asimismo puede sentirse cómodo al iniciar una relación de este tipo, sin saber en términos cognoscitivos hacia dónde lo llevará, pero sintiéndose satisfecho de crear un clima en que el cliente pueda disfrutar de toda la libertad necesaria para llegar a ser él mismo.
Para el cliente, esta terapia óptima representa una posibilidad de indagarse y descubrir en sí mismo sentimientos extraños, desconocidos y peligrosos. Esta exploración sólo es posible si advierte que se lo acepta incondicionalmente. De esta manera el individuo se familiariza con los aspectos de su experiencia que en el pasado había excluido de su conciencia, por sentirlos demasiado amenazadores o perjudiciales para la estructura del sí mismo; descubre que puede vivenciarlos plenamente en la relación y ser, en cada momento, su miedo, su enojo, su ternura o su fuerza. A medida que vive estos sentimientos tan diversos en todos sus grados de intensidad, advierte que se ha experimentado a sí mismo y que él es todos esos sentimientos. Comprueba también que su conducta cambia en sentido constructivo, de acuerdo con su sí mismo recientemente experimentado. Por último, el individuo comprende que ya no debe temer a la experiencia sino aceptarla como parte de su sí mismo cambiante y en desarrollo.
Este es un breve bosquejo de los logros de la psicoterapia centrada en el cliente, cuando su funcionamiento es óptimo. Lo presento como una descripción sintética del contexto en que se han originado mis ideas sobre la vida plena.
Una observación negativa
Mis esfuerzos por vivir de manera comprensiva las experiencias de mis clientes me han llevado a extraer la siguiente conclusión negativa acerca de la vida plena: pienso que ésta no es un estado de inmovilidad. Según creo, tampoco es un estado de virtud, ni de resignación, éxtasis o felicidad, ni una condición en la que el individuo se encuentra adaptado, logrado o realizado. En términos psicológicos, no se trata de un estado de reducción de pulsiones ni tensiones ni implica tampoco la homeostasis.
Pienso que, tal como han sido empleados, todos estos términos sugieren que con sólo alcanzar uno o varios de estos estados, se habrá logrado el objetivo de la vida. Sin duda alguna, para muchas personas la felicidad o la adaptación son sinónimos de una vida plena, y los sociólogos a menudo se han referido a la reducción de la tensión o a la consecución de la homeostasis o el equilibrio como si estos estados constituyeran la meta del proceso de vivir.
Mi experiencia no convalida ninguno de estos puntos de vista, lo cual me causa cierta sorpresa y preocupación. Las descripciones anteriores suponen estados de fijeza e inmovilidad y no incluyen la experiencia de los individuos que se manifestaron en considerable movimiento durante la relación terapéutica y que, en los años subsiguientes, parecen haber logrado verdaderos progresos en su camino hacia una vida plena. Pienso que estas personas se considerarían insultadas si se las calificara de “adaptadas” y desmentirían cualquier descripción que las representara como “felices”, “resignadas” o aun “realizadas”. De acuerdo con lo que sé sobre ellos, me parece erróneo afirmar que todas sus tensiones han disminuido o que se encuentran en un estado de homeostasis. Por consiguiente, me veo en la obligación de preguntarme si existe alguna posibilidad de generalizar su situación, o bien alguna definición de la vida plena que corresponda a los hechos tal como los he observado. Esto no es fácil y las afirmaciones que siguen son sólo provisionales.
Una observación positiva
Si intentara expresar en pocas palabras los hechos que he observado en relación con estas personas, podría formular la siguiente descripción:
La vida plena es un proceso, no una situación estática.
Es una orientación, no un destino.
La orientación que constituye una vida plena es elegida por el organismo en su totalidad siempre que disfrute de una libertad psicológica que le permita moverse en cualquier dirección.
Esta orientación, seleccionada organísmicamente, parece tener ciertas cualidades generales discernibles, comunes a una amplia gama de individuos únicos.
Puedo integrar estas afirmaciones en una definición que al menos sirva como base para el análisis: Desde el punto de vista de mi experiencia, una vida plena es el proceso de movimiento en una dirección que el organismo humano elige cuando interiormente es libre de moverse en cualquier sentido; las cualidades generales de la orientación elegida parecen tener cierta universalidad.
Características del proceso
A continuación intentaré definir las características de este proceso de movimiento, tal como surgen de las personas en tratamiento.
Una mayor apertura a la experiencia
En primer término, este proceso parece implicar una creciente apertura a la experiencia. Esta frase ha cobrado para mí cada vez mayor significación, ya que he expresado que se trata del polo opuesto a la defensa. En otras ocasiones he descripto la defensa como la respuesta del organismo a experiencias que se perciben o anticipan como amenazadoras, incoherentes con la imagen que el individuo tiene de sí mismo o de su relación con el mundo. Durante un tiempo, el individuo logra que estas experiencias amenazadoras resulten inofensivas distorsionándolas o impidiendo su ingreso en la conciencia. En realidad es muy difícil ver con exactitud las propias experiencias, sentimientos y reacciones que discrepan significativamente con la imagen que uno tiene de sí mismo. En lo que respecta al cliente, gran parte del proceso de la terapia consiste en descubrir constantemente que está experimentando sentimientos y actitudes que hasta entonces no había sido capaz de advertir y “poseer” como una parte de sí mismo.
Si una persona pudiera abrirse por completo a su experiencia, todos los estímulos -endógenos o exógenos- se difundirían libremente a través del sistema nervioso sin sufrir las distorsiones impuestas por los mecanismos de defensa, y no sería necesario el mecanismo de “subcepción”, por el cual el organismo es alentado acerca de las experiencias amenazadoras para el sí mismo. Por el contrario, la persona “vivirá” el estímulo, que sería totalmente accesible a la conciencia, trátese del impacto de una configuración de forma, color o sonido ambiental sobre los nervios sensitivos, una huella anémica del pasado o una sensación visceral de miedo, placer o repugnancia.
Por consiguiente, un aspecto de este proceso que denomino “vida plena” parece ser un movimiento que se aleja del polo de las actitudes defensivas para acercarse al de la apertura a la experiencia. El individuo adquiere mayor capacidad de escucharse a sí mismo y experimentar lo que ocurre en su interior; se abre a sus sentimientos de miedo, desánimo y dolor, así como a los de coraje, ternura y pánico. Puede percibir sus sentimientos y vivirlos subjetivamente, tal como existen en él. Es más capaz de vivir de manera plena las experiencias de su organismo sin verse obligado a impedirles el acceso a la conciencia.
Tendencia al vivir existencial
A mi juicio, una segunda característica del proceso de una vida plena consiste en una mayor tendencia a vivir íntegramente cada momento. Este pensamiento puede ser mal interpretado con suma facilidad y quizá yo tampoco lo comprenda con claridad. Intentaré explicar lo que esto significa.
Pienso que todo momento es nuevo para la persona que se abre a su nueva experiencia de manera plena y sin defensa alguna. Nunca antes habrá existido la configuración compleja de estímulos internos y externos que existe en este momento. Por consiguiente, esta persona deberá reconocer que “lo que yo sea y haga en el momento siguiente dependerá de ese momento, y ni yo ni los demás podemos predecirlo de antemano”. Con frecuencia vemos que los clientes expresan este tipo de sentimientos.
Una manera de expresar la fluidez de este vivir existencial es decir que el sí mismo y la personalidad emergen de la experiencia, que ahora no debe ser distorsionada o moldeada para ajustarse a determinada estructura preconcebida del sí mismo. Esto significa que el individuo se convierte a la vez en observador y partícipe del proceso de la experiencia organísmica, y no se ve obligado a ejercer control sobre él.
Este vivir en el momento no implica una ausencia de rigidez, de organización estricta y de imposición de la estructura sobre la experiencia. Significa, en cambio, un máximo de adaptabilidad, un descubrimiento de la estructura en la experiencia, una organización fluida y cambiante del sí mismo, y de la personalidad.
Pienso que esta tendencia al vivir existencial se observa con mucha claridad en las personas que se han embarcado en el proceso de la vida plena; hasta se podría decir que ésta es su característica esencial. Esta tendencia implica descubrir la estructura de la experiencia en el proceso de vivirla. Por otra parte, la mayoría de nosotros incorporamos a nuestra experiencia una estructura y evaluación preconcebidas que nunca abandonamos por completo, y mediante las cuales distorsionamos y simplificamos la experiencia, cuya fluidez dificulta su introducción en nuestros casilleros, cuidadosamente preparados para alojarlo. Una de las cualidades principales de los clientes que veo aproximarse a la vida plena y madura consiste en que abren su espíritu a lo que está sucediendo ahora y descubren la estructura de ese proceso, cualquiera que sea su naturaleza.
Mayor confianza en el organismo
Otra característica que debemos señalar es que la persona que vive el proceso de una vida plena experimenta mayor confianza en su organismo como medio para alcanzar la conducta más satisfactoria en cada situación existencial. Nuevamente intentaré explicar lo que quiero decir con esto.
Al elegir el rumbo que adoptarán en una situación determinada, muchas personas se apoyan en ciertos principios por los que se guían, en el sistema nominativo de algún grupo o institución, en el juicio de los otros (desde esposa y amigos hasta un “Correo sentimental”) o en su propia conducta en una situación similar del pasado. Sin embargo, cuando observo a los clientes cuyas experiencias tanto me han enseñado, descubro que esos individuos son capaces de confiar en sus reacciones organísmicas en una situación nueva, porque han descubierto que si se abren a su experiencia, la orientación más útil y digna de confianza consiste en hacer lo que les “parece bien”, pues de esa manera hallarán una conducta realmente satisfactoria.
He aquí la línea de pensamiento que sigo siempre que trato de comprender las razones de esta actitud. La persona totalmente abierta a su experiencia tiene acceso a todos los datos relacionados con una situación, sobre la base de los cuales podría elegir su conducta: las exigencias sociales, sus propias necesidades complejas y tal vez contradictorias, sus recuerdos de situaciones similares, su percepción de la unicidad de la situación actual, etcétera. Por cierto, los datos son, por lo general, muy complejos, pero el individuo puede permitir que todo su organismo, junto con su conciencia, considere cada estímulo, necesidad y exigencia, evalúe su intensidad e importancia relativas y descubra, luego de sopesar los distintos factores, el rumbo que mejor puede satisfacer sus necesidades en esa situación particular. Tal vez hallemos una analogía útil si comparamos a esta persona con una computadora electrónica gigantesca. Puesto que el individuo está abierto a su experiencia, ingresan en la máquina todos los datos provenientes de las impresiones sensoriales, de su memoria, de los aprendizajes anteriores y de sus estados viscerales e internos. La máquina incorpora todas estas fuerzas multitudinarias que ingresan como datos y rápidamente computa el curso de acción que deberá seguir, que representa el vector de satisfacción de necesidades más económico en esa situación existencial. Esta es también la conducta de la persona que procuramos describir.
La inclusión de información que no pertenece a la situación presente y la exclusión de los datos que sí se relacionan con ella son los dos defectos que más a menudo restan confiabilidad al proceso. Cuando el proceso de computación considera recuerdos y enseñanzas como si fueran esta realidad, y no meros recuerdos o enseñanzas, aparecen respuestas de conducta equivocadas. El error también se origina cuando se impide el acceso a la conciencia de ciertas experiencias amenazadoras y, por consiguiente, éstas quedan excluidas de la computación o bien son incorporadas a ella, pero de manera distorsionada. Sin embargo, a la persona que vive una vida plena su organismo le merece absoluta confianza, puesto que utiliza todos los datos disponibles y de esa manera el conjunto resulta más adecuado. Por eso mismo su conducta se aproxima en una medida considerable a la satisfacción de todas sus necesidades: de estímulo, de relación con los demás y otras similares.
En esta evaluación, balance y computación, el organismo no es infalible. Siempre ofrece la mejor respuesta posible según los datos existentes, pero en ocasiones pueden faltar datos, No obstante, la apertura a la experiencia permite corregir rápidamente cualquier error o evitar la prosecución de una conducta insatisfactoria. Volviendo al ejemplo de la máquina, diremos que las computaciones están en un constante proceso de corrección, porque se verifican continuamente, mediante la evaluación de la conducta adoptada.
Tal vez al lector le desagrade mi analogía cibernética. Volvamos entonces a los clientes que conozco. A medida que pueden abrirse más a todas sus experiencias, descubren que pueden confiar en sus reacciones. Si “tienen ganas” de mostrar su enojo, lo hacen y comprueban que esto les produce satisfacción, puesto que al mismo tiempo perciben todos sus deseos de afecto, asociación y relación. Se asombran de su propia capacidad intuitiva para resolver -en función de conducta- las relaciones humanas complejas e inquietantes; sólo más tarde comprenden que sus reacciones internas han sido sorprendentemente eficaces para lograr una conducta exitosa.
Tendencia a un funcionamiento pleno
Me gustaría integrar estos tres elementos de la descripción de la vida plena para estructurar una imagen más coherente. Al parecer, la persona que goza de libertad psicológica tiende a convertirse en un individuo que funciona más plenamente; puede vivir en y con todos y cada uno de sus sentimientos y reacciones; emplea todos sus recursos orgánicos para captar la situación existencial externa e interna, con toda la precisión de que es capaz; utiliza de manera consciente toda la información que su sistema nervioso puede suministrarle, pero sabe que su organismo puede ser más sabio que su apercepción, y a menudo lo es; permite que todo su organismo funcione libremente y con toda su complejidad al seleccionar, entre múltiples posibilidades, la conducta que en este momento resultará más satisfactoria; puede confiar en este funcionamiento de su organismo, no porque sea infalible, sino porque, por el contrario, se encuentra dispuesto a aceptar las consecuencias de cada uno de sus actos y a corregirlos si éstos demuestran no ser satisfactorios.
Este individuo puede experimentar todos sus sentimientos y éstos le inspiran menos temor; selecciona sus propias pruebas y está más abierto a las que proceden de cualquier otra fuente; se dedica de lleno a ser y convertirse en sí mismo y así descubre que es un ser auténticamente social, dotado de un sentido realista; vive por completo en el momento, pero aprende que ésta es la mejor manera de vivir en cualquier ocasión. Se convierte en un organismo que funciona de modo más integral y, gracias a la conciencia de sí mismo que fluye libremente en su experiencia, se transforma en una persona de funcionamiento más pleno.
Algunas implicaciones
Cualquier enfoque acerca de lo que constituye una vida plena contiene necesariamente muchas implicaciones, y el que estamos desarrollando no es una excepción. Espero que estas implicaciones estimulen la reflexión del lector. Hay dos o tres de ellas a las que quisiera referirme en particular.
Libertad y determinismo. Una nueva perspectiva
La primera de estas implicaciones puede no resultar evidente a primera vista. Se relaciona con la antigua polémica acerca del “libre albedrío”, que ahora veo bajo una nueva luz.
Durante cierto tiempo he permanecido perplejo ante lo que en psicoterapia se plantea como la paradoja entre libertad y determinismo. Las experiencias subjetivas en las que el cliente siente dentro de sí el poder de elegir son algunas de las más compulsivas de la relación terapéutica. Es libre de convertirse en sí mismo u ocultarse tras un disfraz, de progresar o regresar, de comportarse de maneras destructivas para él y los demás o bien de maneras que aumenten su valor; en fin, es libre de vivir o morir, tanto en el sentido fisiológico como psicológico de estos términos. No obstante, en cuanto nos internamos en este campo de la psicoterapia con métodos objetivos de investigación, quedamos sometidos a un determinismo absoluto, como cualquier otro científico. Desde este punto de vista, cada pensamiento, sentimiento y acto del cliente está determinado por su pasado, y no puede haber nada parecido a la libertad.
El dilema que intento describir no difiere del que se manifiesta en otros campos; simplemente está enfocado con mayor precisión y parece más insoluble.
Sin embargo, si consideramos la cuestión en términos de mi definición de la persona que funciona de manera integral, podremos analizarla desde una nueva perspectiva. Podríamos decir que en el momento óptimo de la terapia, la persona experimenta la libertad más completa y absoluta. Decide seguir el curso de acción que representa al vector más económico en relación con todos los estímulos internos y externos, porque ésa es la conducta más satisfactoria. Pero desde otro punto de vista igualmente valedero, podríamos decir que este mismo curso de acción está determinado por todos los factores de la situación existencial. Comparemos ahora esto con la imagen de una persona que posee defensas organizadas: este individuo elige seguir un curso de acción, pero descubre que no puede comportarse tal como lo había decidido; está predeterminado por los factores de la situación existencial, que incluyen sus actitudes defensivas y su negación o distorsión de algunos datos importantes. Por consiguiente, no cabe duda de que su conducta no será satisfactoria; su comportamiento está determinado, pero él no es libre de realizar una elección efectiva. Por otra parte, la persona que funciona de modo integral no sólo experimenta sino que también hace uso de la más absoluta libertad cuando elige de manera espontánea y voluntaria aquello que, por otra parte, también está absolutamente determinado.
No soy tan ingenuo como para suponer que esto resuelve de manera definitiva la oposición entre lo subjetivo y lo objetivo, entre libertad y necesidad. A pesar de ello, pienso que cuanto más plena sea la vida de una persona, tanto mayor libertad de elegir experimentará y tanto más coincidirá su conducta con sus intenciones.
La creatividad como elemento de la vida plena
Por cierto, la persona que se embarca en el proceso direccional que he denominado “vida plena” es una persona creativa. Su apertura sensible al mundo y su confianza en su propia capacidad de entablar relaciones nuevas en su medio la convierten en el tipo de persona de quien surgen productos creativos y cuya manera de vivir es igualmente original. No está necesariamente “adaptada” a su cultura, y con toda seguridad no es un conformista. Pero en cualquier momento y en cualquier cultura, lleva una vida constructiva, en la medida en que una satisfacción adecuada de sus necesidades le permita armonizar con el medio. En algunas situaciones culturales, tal vez este individuo puede sentirse desgraciado en ciertos aspectos, pero, sin duda, seguirá avanzando hasta ser él mismo y comportarse de una manera que le permita satisfacer por completo sus necesidades más profundas.
Pienso que cualquier estudioso de la evolución reconocería en esa persona las mayores posibilidades de adaptarse y sobrevivir en condiciones ambientales cambiantes. Se trata de un individuo capaz de ajustarse creativa y sólidamente a las situaciones nuevas o viejas, y digno de figurar en la vanguardia de la evolución humana.
Confiabilidad básica de la naturaleza humana
Es evidente que otra implicación del enfoque que he presentado es que la naturaleza del ser humano es constructiva y digna de confianza, cuando funciona libremente. Esta es para mí una conclusión ineludible, que surge de una experiencia de un cuarto de siglo con la psicoterapia. Cuando logramos liberar al individuo de sus actitudes defensivas y lo ayudamos a abrirse a la amplia gama de sus propias necesidades, así como también a las diversas necesidades ambientales y sociales, podemos confiar en que sus reacciones serán positivas, progresistas y constructivas. No es necesario preguntarse quién lo socializó, ya que una de sus necesidades más profundas es precisamente la de asociarse y comunicarse con los demás. A medida que se convierta en si mismo, su socialización adquirirá visos más realistas. Tampoco es necesario preguntarse quién controlará sus impulsos agresivos; en cuanto se abra a todos ellos, su necesidad de sentirse apreciado por los demás y su tendencia a brindar afecto serán tan intensas como sus impulsos de agresión o de apoderarse de las cosas para sí. Será agresivo en las situaciones que así lo requieran, pero no empleará esta actitud como válvula de escape. A medida que progrese su apertura hacia la experiencia, su conducta total en ésta y otras esferas será más equilibrada y realista, más apropiada para la supervivencia y el progreso de un animal altamente social.
No simpatizo con el tan divulgado concepto de que el hombre es básicamente irracional y que sus impulsos, liberados de todo control, lo conducirían a la destrucción de sí mismo y de los demás. La conducta del hombre es absolutamente racional y se mueve con una complejidad sutil y armoniosa hacia los objetivos que el organismo se propone alcanzar. La tragedia de la mayoría de nosotros consiste en que las defensas nos impiden advertir este aspecto racional, de manera que conscientemente nos movemos en cierta dirección, en tanto que organísmicamente lo hacemos en otra. Pero en la persona que vive el proceso de una vida plena, la cantidad de barreras defensivas disminuye, y esto le permite participar en los designios de su organismo. El único control sobre los impulsos que parecería existir -o que sería necesario- es un equilibrio natural e interno entre las distintas necesidades y la adopción de conductas que sigan el vector más próximo a la satisfacción de todas ellas.
La experiencia de satisfacer por completo una necesidad como, por ejemplo, la agresión, el sexo, de una manera tal que impida la satisfacción de otras, tales como el compañerismo, o la ternura, es muy común en la persona cuyas defensas están sólidamente organizadas, y su frecuencia disminuye a medida que se avanza en el proceso. El individuo participa en las actividades de autorregulación de su organismo, vastas y complejas -los servomecanismos psicológicos y fisiológicos-, de manera tal que vive en armonía creciente consigo mismo y con los demás.
La mayor riqueza de la vida
La última implicación que deseo mencionar es que este proceso de vivir una vida plena abarca un espectro más amplio y supone mayor riqueza que la vida mezquina de la mayoría de nosotros. Ser parte de este proceso significa que uno se embarca en la experiencia de vivir más sensiblemente; ésta es una empresa que muchas veces asusta y otras tantas satisface, pero que en definitiva implica mayor riqueza y variedad. Pienso que los clientes cuya terapia ha acusado movimientos significativos viven más íntimamente sus sentimientos de dolor, pero también disfrutan más de sus satisfacciones; sienten el odio con mayor claridad, pero también el amor; el miedo es una experiencia que conocen más profundamente, pero también lo es el coraje. La razón por la que pueden llevar una vida plena reside en la confianza que poseen en sí mismos como instrumentos idóneos para enfrentar la vida.
Espero haber aclarado el motivo por el cual considero que calificativos tales como feliz, resignado, bienaventurado o satisfecho no me parecen apropiados para la descripción general de este proceso que he denominado una vida plena, aun cuando la persona que se halla embarcada en él experimente cada uno de estos sentimientos en un momento dado. Los adjetivos que me parecen más adecuados son enriquecedor, estimulante, gratificante, inquietante, significativo. Estoy convencido de que este proceso de la vida plena no es para cobardes, ya que convertirse en las propias potencialidades significa crecer, e implica el coraje de ser y sumergirse de lleno en el torrente de la vida. A pesar de esto, resulta profundamente estimulante ver que cuando el ser humano disfruta de libertad interior, elige como la vida más satisfactoria este proceso de llegar a ser.
Texto original: Carl R. Rogers; ”El proceso de convertirse en persona“; Ed. Paidós; México, 1964, reimpresión 2009; 336 pp.
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