Al referirnos a
nuestra práctica profesional hemos de considerar la diversidad de propuestas de
trabajo surgidas de las diferentes teorías psicológicas; y, aunque nuestra
antropología nos diferencie, el quehacer del psicólogo coincide en un punto: la
rigurosidad con la que sostenemos los principios éticos que nos rigen.
Así, pongo a disposición
del lector una aproximación de la Psicología Humanista
al Art. 43 de nuestro Código de Ética,
con el afán de difundir sus fundamentos teóricos e invitar a los colegas a
aventurarse en la lectura de los representantes humanistas, desde los cuales
podrán nutrirse de conceptos que ofrecen una mirada diferente.
En palabras de
Abraham Maslow (1): “Debo reconocer que considero esta corriente humanista
dentro de la Psicología
como una revolución en el sentido prístino y más verdadero de la palabra, en el
sentido en que Galileo, Darwin, Einstein, Freud y Marx llevaron a cabo las
suyas; es decir, una corriente que aporta nuevas formas de percibir y pensar,
nuevas representaciones del hombre y la sociedad, nuevos enfoques de la ética y
los valores, nuevas direcciones que seguir. Esta Tercera Fuerza Psicológica es,
en la práctica, un aspecto de una weltanschauung global, de una filosofía de la
vida, de una nueva concepción del hombre…”
Art. 43.- Es responsabilidad inherente al
ejercicio profesional del psicólogo:
a) La actualización periódica y permanente
de sus conocimientos como garantía de responsabilidad e idoneidad que
contribuya al prestigio de la profesión y a la optimización del servicio que
brinda.
b) La realización de una psicoterapia
personal que garantice la preservación de su salud y la de aquellos con quienes
trabaja.
c) La supervisión del trabajo realizado.
Ilustraremos con
pensamientos de algunos de los teóricos de la Tercera Fuerza en Psicología.
Acerca de la actualización periódica y permanente,
tal como lo plantea Rollo May (2) “En cierto sentido todo terapeuta está o
debería estar entregado a la investigación continuamente… e investigación, como
lo indica la propia palabra, es una
búsqueda de las fuentes”.
Desde la Psicología Humanista
es fundamental el replanteo continuo sobre nuestras actitudes y habilidades
como terapeutas ante cada persona en particular. Carl Rogers (3), refiriéndose
al trabajo en la clínica, se pregunta:
“Poseo los conocimientos, los recursos, la
fuerza psicológica y la habilidad necesaria para ser útil a este individuo?
Cómo puedo crear una relación que esta persona pueda utilizar para su propio
desarrollo?”
Así, la
capacitación continuada podrá estar formada por las siguientes actividades:
• Asistencia a
cursos de actualización que supongan una puesta al día sobre aspectos relativos
a la actividad profesional.
• Actualización
bibliográfica sobre los temas profesionales, utilizando los medios de
documentación de uso público y privado.
• Utilización de
las reuniones profesionales y científicas para intercambiar conocimientos sobre
intervenciones concretas realizadas.
• Consulta a
otros profesionales expertos cuando se intervenga sobre casos o problemas en
los que el psicólogo se vea necesitado de un apoyo o asesoramiento.
La revisión, mantenimiento,
actualización y adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, que permitan
mejorar y potenciar la práctica profesional en el campo de la Psicología , es un
deber ético y una responsabilidad personal dada la elección vocacional
realizada.
La formación del
Psicólogo Humanista es inacabada, en coherencia con el fundamento antropológico
que nos sustenta, una concepción de
hombre en devenir, un hombre “siendo”, un hombre con infinitas
posibilidades a desarrollar dentro de situaciones facilitadoras. Nuestro
trabajo es procurarnos esos espacios, en los cuales iniciarnos en la
información que irá formando nuestro propio criterio. Conocer lo más que
podamos sobre nuestra disciplina, ya que, según palabras de Maslow: “Si tu única herramienta es un martillo,
tenderás a tratar a todos como si fueran clavos”.
Cuando decidimos
nuestro rol hacia el trabajo en la clínica se nos hace imprescindible conocer
la diversidad de modelos terapéuticos, la concepción de hombre en que se
sustentan, las teorías o marcos conceptuales desde los que se procura
responder, las modalidades de ayuda, técnicas y recursos. Solo desde allí
podremos elegir libremente dónde posicionarnos en nuestro trabajo. Esto implica una ontología, una epistemología,
una metodología y una praxis en coherencia, que tan solo obtendremos cuando
reconocemos que no cesamos de aprender…
Respecto de la psicoterapia personal, coincidiremos
en que es ético procurarnos un espacio en el cual repensarnos, cuestionarnos y
revisarnos, dado que somos personas afectadas ( connotación dada por el
“afecto”) dentro de nuestros vínculos, que además afectamos en las relaciones
que establecemos con otros. Y considerando que somos nuestra propia herramienta
de trabajo y acompañamos momentos de importancia en la vida de nuestros
consultantes, hemos de poder contactar con nuestras limitaciones y
posibilidades. Es condición indispensable para que un terapeuta pueda ser
agente facilitador de cambio, que él mismo esté genuinamente en busca de su propio
crecimiento y que se vaya realizando.
Irvin Yalom
expresa: “Nunca me canso de decirles a mis estudiantes que su principal
instrumento es su propio ser y que deben mantenerlo bien afinado. Los
terapeutas deben tener un considerable conocimiento de sí, confiar en su
capacidad de observación, y relacionarse con sus pacientes de manera afectuosa
y profesional. Precisamente ese es el motivo por el que los terapeutas no solo
deben someterse a años de terapia personal durante su formación, sino también
regresar a ésta periódicamente” (4)
Disponer de
herramientas para vivir una vida más plena y conciente necesariamente optimiza
nuestra práctica profesional.
Procurarnos el
propio desarrollo personal, el despliegue de nuestras potencialidades, “ser” la
persona que “somos” de la mejor manera posible, descubrir nuestros propósitos
personales, sentirnos íntegros, mantenernos disciplinados en áreas de
bienestar, encontrar paciencia, motivación, coraje en el logro de nuestros
objetivos personales, sentirnos seguros. El reto es ser uno mismo.
Carl Rogers(5),
expresa: "En mi relación con las personas he aprendido que, en definitiva,
no me resulta beneficioso comportarme como si yo fuera distinto de lo que
soy."
"Soy más
eficaz cuando puedo escucharme con tolerancia y ser yo mismo."
"... no podemos
cambiar en tanto no nos aceptemos tal como somos. Una vez que nos aceptamos, el
cambio parece llegar sin que se lo advierta."
"He
descubierto el enorme valor de permitirme comprender a otras persona."
"...
comprender a un hombre que se siente un individuo despreciable e inferior de
alguna manera me enriquece. En estas ocasiones aprendo modificándome de modo
tal que me torno una persona diferente, con mayor capacidad de dar."
"Cuanto más
me abro hacia las realidades mías y de la otra persona, menos deseo 'arreglar
las cosas'."
"Sin
embargo, el aspecto paradójico de mi experiencia consiste en que, cuanto más me
limito a ser yo mismo y más me intereso por comprender y aceptar las realidades
que hay en mí y en la otra persona, tantos más cambios parecen suscitarse.
Resulta paradójico el hecho de que cuanto más deseoso está cada uno de nosotros
de ser él mismo, tantos más cambios se operan, no sólo en él, sino también en
las personas que con él se relacionan."
Estas
reflexiones nos permiten comprender la importancia de la persona del Psicólogo
en la Psicoterapia ,
y el cuidado de esa persona entonces, es indiscutible.
Como terapeuta
humanista entiendo la importancia de acompañar al otro en su propio proceso de
reorganización de su experiencia, aunque difiera con mi percepción, en un pleno
ejercicio de la aceptación incondicional, permitiéndole crecer en su propia
dirección, siguiendo su propia tendencia organísmica a actualizarse. Saberme a
mi misma en proceso me da conciencia de mis limitaciones y de mi continuo
aprendizaje.
Mediante una
terapia personal hemos también de trabajar en la motivación que nos empuja a
trabajar como Psicólogos, hacerla conciente, desenmarañar nuestros conflictos
históricos, nuestras tendencias reparadoras, nuestra omnipotencia y omnisapiencia,
nuestra relación con el poder y demás que hubieran incidido en nuestra elección
profesional. De no hacerlo, podrían
interferir en nuestro quehacer. "No hay ninguna situación en la vida que
carezca de sentido, incluso los aspectos aparentemente negativos de la vida
pueden llegar a convertirse en algo positivo
cuando se afrontan con la actitud correcta": Viktor Emil Frankl(6).
Y Abraham Maslow(7) señala: “Debemos
formular en forma explícita lo que todos aceptamos implícitamente, que nuestro
tipo de trabajo es sentido a veces profundamente y surge de motivaciones
personales profundas, que algunas veces nos identificamos con los objetos de
estudio en vez de separarnos de ellos, que normalmente nos encontramos
estrechamente implicados, y que debemos estarlo, si no queremos que nuestro
trabajo sea una patraña”.
Esta
construcción del conocimiento de sí como persona favorece el autocuidado, lo
cual es ético en sí mismo e implica relaciones complejas con los otros, ya que
es una manera de ocuparse de los otros. La ética profesional propone un cambio
cualitativo integral de la propia persona.
"Me doy
cuenta de que si fuera estable, prudente y estático viviría en la muerte. Por
consiguiente acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales,
porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida,
perpleja y excitante." (Carl Rogers)(8)
En cuanto a la supervisión, hablamos de un espacio en el que se
despliegan interrogantes vinculados a aspectos teóricos y prácticos del hacer
en psicoterapias. La supervisión entrena al profesional que oficia de terapeuta
en la escucha y en la elaboración de hipótesis que permitan introducir
intervenciones óptimas. El prefijo
“super” etimológicamente significa “arriba”, sobreentendiéndose entonces que
hay alguien que mira nuestro trabajo “desde arriba”, En Psicología Humanista
hablamos de “covisión”, en tanto que la entendemos desde un estilo que elimina
la mirada “super” y aludimos al “con”. Visionamos juntos el trabajo del terapeuta
con la persona que le consulta. La covisión nos permite “pensar con otros”.
Entendemos que en la covisión no hay alguien que sabe a ciencia cierta por
donde seguir, sino que en todo caso, habrá hipótesis que se irán armando entre
los participantes covisantes. El coordinador covisor, es un profesional que,
aunque con mayor experiencia, se presenta como facilitador.
Es la nuestra
una tarea en la que continuamente nuestro ser se involucra con otro ser en una relación terapéutica que fundamentalmente
es humana. En palabras de Irvin Yalom (9) “La psicoterapia debe ser una
experiencia profundamente humana: nada vital puede surgir de procedimienos
mecánicos e inhumanos”. El proceso de la
terapia desde el ECP constituye una experiencia dinámica, única y diferente con
cada persona, lo cual exige multiplicidad de destrezas operativas, que han de
ser covisadas a fin de optimizarlas. Preguntar, dudar, cuestionar la tarea
terapéutica abre caminos de mayor riqueza y responsabilidad.
El terapeuta
debe procurarse un espacio y una relación en los que pueda diferenciar sus
propias experiencias y sentimientos, pueda clarificar significados personales
de las vivencias de la relación terapéutica, pueda dialogar y compartir cómo se
siente en dicha relación, sus percepciones y expectativas, darse cuenta de sus
modos de interacción, ampliar el campo perceptual, descubrir sus recursos
personales, posibilidades y limitaciones para el trabajo terapéutico en cada
una de las personas que atiende. Es un proceso de aprendizaje experiencial,
significativo y participativo en el que ha de ampliar sus puntos de vista
promoviendo la confianza en la autorregulación organísmica, la esencia del
Humanismo.
La covisión
procura afinar el estilo terapéutico personal, la forma en que cada profesional
siente y transmite los postulados humanistas. Se procura quitar énfasis al
“querer explicar” y al “querer comprenderlo todo”, “preverlo todo”, “analizarlo
todo”, al precio de ahogar la espontaneidad, la creatividad y lo imprevisto que
son características innatas de todo lo que vive.
La elección de
la palabra “covisión” responde a la
propia necesidad de búsqueda, aprendizaje y resignificación. Y más allá de la
palabra, lo importante es crear espacios en los cuales seguir creciendo,
desarrollándonos y desplegándonos, ya que eso es lo que posibilitará que
también lo hagan las personas que nos consultan.
Participar de un
espacio de covisión nos demanda la humildad suficiente como para que otros
opinen, intervengan, en nuestro quehacer profesional, así como aprender a
pensar con otros los trabajos terapéuticos a su cargo. Nos favorece el saber
escuchar, respetar los ritmos y tiempos de otros, tener sentido del humor, ser
cálido, comprensivo, tolerante, hacer el trabajo con mesura, estudiar e
investigar de continuo, tener confianza en sí mismo, ser flexible, ser
creativo, tener capacidad introspectiva, responsable, tener una preparación
técnica adecuada y un buen encuadre del trabajo.
Nuestro trabajo
como Psicólogos nos presenta muchas veces interrogantes, que son los que
llevamos a covisar y se convierten en su hilo conductor.
Como dice Rollo
May (10) “una de las principales razones de la situación ambigua y difícil en
la que nos encontramos los psicólogos es que hemos evitado permanentemente la
confrontación con el dilema del hombre. A causa de nuestra tendencia a la
reducción, aparentemente omnipresente, omitimos aspectos esenciales del
funcionamiento humano. Y terminamos sin la ‘persona a la que ocurren estas
cosas’. Nos quedamos sólo con las ‘cosas’ que pasan, suspendidas en medio del
aire. El pobre ser humano desaparece en el proceso”
Ser psicólogo es
una experiencia maravillosa, en la que estamos en una relación interpersonal
profunda. Rogers sostiene que el comprender al otro es riesgoso, ya que podría
modificarnos y todos experimentamos temor frente al cambio. Pero la comprensión
enriquece, porque permite penetrar en el marco de referencia del otro, y
conocer su propia visión de la vida.
“No es frecuente
que tenga lugar un encuentro personal tan profundo y mutuo, pero estoy
convencido de que si no ocurre de vez en cuando, no vivimos como seres
humanos." (Carl Rogers)
“He descubierto
el sentido de mi vida, ayudando a otros a descubrirlo en las suyas”. Víktor
Emil Frankl (11). O en palabras de Ricardo Peter (12)“La tarea del terapeuta es
antes que nada reconciliar al hombre consigo mismo, ayudarlo a perdonarse por
el hecho de ser limitado y llevar comprensión a quienes están sumidos en la
lucha encarnizada de ser humanos. En esta batalla en campo abierto, la responsabilidad
del terapeuta es funcionar como persona, esto es, conservarse básicamente
humano. Este es su triunfo.”
Oración
Gestáltica (Fritz Perls)
Yo soy Yo
Tú eres Tú.
Yo no estoy en
este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en
este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú
Yo soy Yo.
Si en algún
momento o en algún punto nos encontramos será maravilloso, si no, no puede
remediarse.
Falto de amor a
mi mismo cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a
ti cuando intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como realmente
eres.
Tú eres Tú y Yo
soy Yo
Claudio Rud (13)
nos dice: “La psicoterapia es entonces un suceso que se manifiesta descentrado,
lúdico, creador de nuevos sentidos, que
posibilita la constitución del fenómeno originario del encuentro e implica una
especie de convivencia de todos los elementos del Entre”, que encuentran allí
su potencia de hacerse manifiestos”.
Es difícil
permitir que los demás difieran de nosotros, o que piensen y sientan de un modo
distinto. Pero las diferencias entre los individuos, el derecho de cada uno de
utilizar su experiencia a su manera y descubrir en ella sus propios
significados, es una de las potencialidades más valiosas de la vida y es una
forma de ayudar a convertirse en persona, y ayudarnos a convertirnos en
personas…
Lic. Liliana
A.Villagra
Referencias
(1)
(7)“El hombre autorrealizado”, Abraham Maslow,
ed.Kairos
(2)
“Amor y Voluntad”, Rollo May, ed. Gedisa
(3)
(5) “El proceso de converirse en persona”, Carl Rogers
(4)
“Mirar al sol”, Irvin Yalom, Emecé
(6)“El hombre en busca del destino”, Viktor Frankl
(8) “El camino del ser”, Carl Rogers
(9) “Terapia a dos voces”, Irvin Yalom, Emecé
(10) “El dilema existencial del hombre moderno”; Rollo May
(11) “Fundamentos y aplicaciones de la
logoterapia”, Viktor Frankl, Ed. San Pablo
(13) “Entre metáforas y Caos”, Claudio Rud, Ed.Nueva Generación