martes, 21 de agosto de 2012

Carl Rogers.-


"... la terapia centrada en la persona se basa en una
premisa que al principio pareció azarosa e incierta:
la convicción de que el hombre es, por esencia, un
organismo digno de confianza. Con el correr de los
años, este principio básico se halló confirmado por
la experiencia adquirida con personas perturbadas,
con psicóticos, en pequeños grupos intensivos, alumnos y grupos profesionales. Este principio adquirió
fundamentos cada vez más sólidos, se convirtió en
algo fundamental, aun cuando cada persona deba
aprenderlo, etapa por etapa, por sí misma, a fin de
convencerse de su solidez. Yo lo he descrito recientemente como "la hipótesis poco a poco formulada
y verificada, de acuerdo con la cual el individuo tiene en sí mismo vastos recursos que le permiten
comprehenderse, cambiar su propia representación
personal, sus actitudes y el comportamiento que se
dicta a sí mismo. Por otra parte, esos recursos no
pueden manifestarse sino cuando uno puede ofrecer
un clima definido de actitudes psicológicas facilitadoras. "
(Carl Rogers, El poder de la persona)

Carl Rogers.-


"El cambio personal se ve facilitado cuando el
psicoterapeuta se muestra tal cual es, cuando
en su relación con el cliente es auténtico y no
se escuda tras máscaras o fachadas, sino que
abiertamente manifiesta los sentimientos y las
actitudes que en ese momento surgen en él.
Hemos acuñado el término 'congruencia' para
describir esta condición."
(C.R. Rogers, El proceso de convertirse en persona)

lunes, 20 de agosto de 2012

El miedo innecesario.-


Nada causa tanto sufrimiento como el miedo a sufrir. Evita entonces el miedo innecesario.

Por miedo a sufrir soledad, sufres la tortura de una mala compañía.

Por miedo a sufrir el final de una relación, sufres por años el infierno de una mala pareja.

Por miedo a sufrir las responsabilidades de adulto, sufres de por vida el actuar como un niño inválido.

Por miedo a sufrir a causa de tus errores, sufres las consecuencias de no comprometerte ni jugártela nunca.

Por miedo a sufrir el rechazo de los otros, sufres en tu soledad y tu aislamiento, sin salir nunca hacia el encuentro.

Por miedo a sufrir el que alguien no te quiera, te conviertes en posesivo y lo único que consigues es que todos huyan de ti y te quedes solo.

Por miedo a sufrir una relación sexual no bien lograda, sufres por años la castración de una impotencia impuesta por ti mismo.

Por miedo a fracasar en tus proyectos, sufres el terrible fracaso de no emprender ninguno.

Por miedo a que tu hijo dé un mal paso, lo conviertes en un inmaduro y un sobreprotegido, incapaz de caminar por su cuenta.

Hay un temor al sufrimiento que es sano, porque funciona como una señal de alarma que suena a tiempo para que evites el dolor innecesario. Pero hay un temor al sufrimiento que es enfermo, porque es como una alarma que suena todo el tiempo, que te impide vivir y te causa sufrimientos que podrías evitar.

Evita entonces el miedo innecesario.

sábado, 11 de agosto de 2012

Itaca.-



Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

Constantinos Petros Cavafis