"... la terapia centrada en la persona se basa en una
premisa que al principio pareció azarosa e incierta:
la convicción de que el hombre es, por esencia, un
organismo digno de confianza. Con el correr de los
años, este principio básico se halló confirmado por
la experiencia adquirida con personas perturbadas,
con psicóticos, en pequeños grupos intensivos, alumnos y grupos profesionales. Este principio adquirió
fundamentos cada vez más sólidos, se convirtió en
algo fundamental, aun cuando cada persona deba
aprenderlo, etapa por etapa, por sí misma, a fin de
convencerse de su solidez. Yo lo he descrito recientemente como "la hipótesis poco a poco formulada
y verificada, de acuerdo con la cual el individuo tiene en sí mismo vastos recursos que le permiten
comprehenderse, cambiar su propia representación
personal, sus actitudes y el comportamiento que se
dicta a sí mismo. Por otra parte, esos recursos no
pueden manifestarse sino cuando uno puede ofrecer
un clima definido de actitudes psicológicas facilitadoras. "
(Carl Rogers, El poder de la persona)