domingo, 25 de noviembre de 2012

Irvin Yalom.-


"Al trabajar con mis pacientes, lo que busco ante todo es conectarme. Para lograrlo, actúo de buena fe: nada de uniformes ni disfraces, nada de exhibir diplomas, títulos profesionales ni premios, nada de fingir saber lo que no sé, nada de negar que los dilemas existenciales también me afligen, nada de negarme a responder preguntas, nada de esconderme detrás de mi papel. Y, finalmente, nada de ocultar que también yo soy humano y vulnerable."
I. Yalom "Mirar al sol"

martes, 13 de noviembre de 2012

Una mirada de la Psicología Humanista sobre el Art. 43 del Código de Ética .-




Al referirnos a nuestra práctica profesional hemos de considerar la diversidad de propuestas de trabajo surgidas de las diferentes teorías psicológicas; y, aunque nuestra antropología nos diferencie, el quehacer del psicólogo coincide en un punto: la rigurosidad con la que sostenemos los principios éticos que nos rigen.

Así, pongo a disposición del lector una aproximación de la Psicología Humanista al  Art. 43 de nuestro Código de Ética, con el afán de difundir sus fundamentos teóricos e invitar a los colegas a aventurarse en la lectura de los representantes humanistas, desde los cuales podrán nutrirse de conceptos que ofrecen una mirada diferente.
En palabras de Abraham Maslow (1): “Debo reconocer que considero esta corriente humanista dentro de la Psicología como una revolución en el sentido prístino y más verdadero de la palabra, en el sentido en que Galileo, Darwin, Einstein, Freud y Marx llevaron a cabo las suyas; es decir, una corriente que aporta nuevas formas de percibir y pensar, nuevas representaciones del hombre y la sociedad, nuevos enfoques de la ética y los valores, nuevas direcciones que seguir. Esta Tercera Fuerza Psicológica es, en la práctica, un aspecto de una weltanschauung global, de una filosofía de la vida, de una nueva concepción del hombre…”

Art. 43.- Es responsabilidad inherente al ejercicio profesional del psicólogo:
a) La actualización periódica y permanente de sus conocimientos como garantía de responsabilidad e idoneidad que contribuya al prestigio de la profesión y a la optimización del servicio que brinda.
b) La realización de una psicoterapia personal que garantice la preservación de su salud y la de aquellos con quienes trabaja.
c) La supervisión del trabajo realizado.

Ilustraremos con pensamientos de algunos de los teóricos de la Tercera Fuerza en Psicología.

Acerca de la actualización periódica y permanente, tal como lo plantea Rollo May (2) “En cierto sentido todo terapeuta está o debería estar entregado a la investigación continuamente… e investigación, como lo indica la propia palabra, es una búsqueda de las fuentes”.
Desde la Psicología Humanista es fundamental el replanteo continuo sobre nuestras actitudes y habilidades como terapeutas ante cada persona en particular. Carl Rogers (3), refiriéndose al trabajo en la clínica,  se pregunta:
Poseo los conocimientos, los recursos, la fuerza psicológica y la habilidad necesaria para ser útil a este individuo? Cómo puedo crear una relación que esta persona pueda utilizar para su propio desarrollo?”

La Psicología estudia todos los aspectos de la experiencia humana, desde las funciones cerebrales hasta las acciones de las naciones, desde el desarrollo infantil, hasta el cuidado de los adultos mayores, en todas las instituciones posibles, desde los centros de investigación científica  hasta los de salud mental. Por lo tanto la formación del psicólogo debe ser la de un profesional con los conocimientos necesarios para incidir en, y promover la calidad de vida de las personas, grupos, comunidades, y organizaciones en diferentes contextos. Y es nuestra responsabilidad informarnos sobre aspectos centrales de nuestra disciplina y los avances que se realizan, formarnos como profesionales críticos, responsables y capaces de resolver los problemas de nuestra competencia, en una perspectiva comprometida con las transformaciones sociales.
Así, la capacitación continuada podrá estar formada por las siguientes actividades:

• Asistencia a cursos de actualización que supongan una puesta al día sobre aspectos relativos a la actividad profesional.
• Actualización bibliográfica sobre los temas profesionales, utilizando los medios de documentación de uso público y privado.
• Utilización de las reuniones profesionales y científicas para intercambiar conocimientos sobre intervenciones concretas realizadas.
• Consulta a otros profesionales expertos cuando se intervenga sobre casos o problemas en los que el psicólogo se vea necesitado de un apoyo o asesoramiento.

La revisión, mantenimiento, actualización y adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, que permitan mejorar y potenciar la práctica profesional en el campo de la Psicología , es un deber ético y una responsabilidad personal dada la elección vocacional realizada.

La formación del Psicólogo Humanista es inacabada, en coherencia con el fundamento antropológico que nos sustenta, una concepción de  hombre en devenir, un hombre “siendo”, un hombre con infinitas posibilidades a desarrollar dentro de situaciones facilitadoras. Nuestro trabajo es procurarnos esos espacios, en los cuales iniciarnos en la información que irá formando nuestro propio criterio. Conocer lo más que podamos sobre nuestra disciplina, ya que, según palabras de Maslow: “Si tu única herramienta es un martillo, tenderás a tratar a todos como si fueran clavos”.
Cuando decidimos nuestro rol hacia el trabajo en la clínica se nos hace imprescindible conocer la diversidad de modelos terapéuticos, la concepción de hombre en que se sustentan, las teorías o marcos conceptuales desde los que se procura responder, las modalidades de ayuda, técnicas y recursos. Solo desde allí podremos elegir libremente dónde posicionarnos en nuestro trabajo.  Esto implica una ontología, una epistemología, una metodología y una praxis en coherencia, que tan solo obtendremos cuando reconocemos que no cesamos de aprender…

Respecto de la psicoterapia personal, coincidiremos en que es ético procurarnos un espacio en el cual repensarnos, cuestionarnos y revisarnos, dado que somos personas afectadas ( connotación dada por el “afecto”) dentro de nuestros vínculos, que además afectamos en las relaciones que establecemos con otros. Y considerando que somos nuestra propia herramienta de trabajo y acompañamos momentos de importancia en la vida de nuestros consultantes, hemos de poder contactar con nuestras limitaciones y posibilidades. Es condición indispensable para que un terapeuta pueda ser agente facilitador de cambio, que él mismo esté genuinamente en busca de su propio crecimiento y que se vaya realizando.
Irvin Yalom expresa: “Nunca me canso de decirles a mis estudiantes que su principal instrumento es su propio ser y que deben mantenerlo bien afinado. Los terapeutas deben tener un considerable conocimiento de sí, confiar en su capacidad de observación, y relacionarse con sus pacientes de manera afectuosa y profesional. Precisamente ese es el motivo por el que los terapeutas no solo deben someterse a años de terapia personal durante su formación, sino también regresar a ésta periódicamente” (4)

Disponer de herramientas para vivir una vida más plena y conciente necesariamente optimiza nuestra práctica profesional.
Procurarnos el propio desarrollo personal, el despliegue de nuestras potencialidades, “ser” la persona que “somos” de la mejor manera posible, descubrir nuestros propósitos personales, sentirnos íntegros, mantenernos disciplinados en áreas de bienestar, encontrar paciencia, motivación, coraje en el logro de nuestros objetivos personales, sentirnos seguros. El reto es ser uno mismo.
Carl Rogers(5), expresa: "En mi relación con las personas he aprendido que, en definitiva, no me resulta beneficioso comportarme como si yo fuera distinto de lo que soy."
"Soy más eficaz cuando puedo escucharme con tolerancia y ser yo mismo."
"... no podemos cambiar en tanto no nos aceptemos tal como somos. Una vez que nos aceptamos, el cambio parece llegar sin que se lo advierta."
"He descubierto el enorme valor de permitirme comprender a otras persona."
"... comprender a un hombre que se siente un individuo despreciable e inferior de alguna manera me enriquece. En estas ocasiones aprendo modificándome de modo tal que me torno una persona diferente, con mayor capacidad de dar."
"Cuanto más me abro hacia las realidades mías y de la otra persona, menos deseo 'arreglar las cosas'."
"Sin embargo, el aspecto paradójico de mi experiencia consiste en que, cuanto más me limito a ser yo mismo y más me intereso por comprender y aceptar las realidades que hay en mí y en la otra persona, tantos más cambios parecen suscitarse. Resulta paradójico el hecho de que cuanto más deseoso está cada uno de nosotros de ser él mismo, tantos más cambios se operan, no sólo en él, sino también en las personas que con él se relacionan."

Estas reflexiones nos permiten comprender la importancia de la persona del Psicólogo en la Psicoterapia, y el cuidado de esa persona entonces, es indiscutible.
Como terapeuta humanista entiendo la importancia de acompañar al otro en su propio proceso de reorganización de su experiencia, aunque difiera con mi percepción, en un pleno ejercicio de la aceptación incondicional, permitiéndole crecer en su propia dirección, siguiendo su propia tendencia organísmica a actualizarse. Saberme a mi misma en proceso me da conciencia de mis limitaciones y de mi continuo aprendizaje.

Mediante una terapia personal hemos también de trabajar en la motivación que nos empuja a trabajar como Psicólogos, hacerla conciente, desenmarañar nuestros conflictos históricos, nuestras tendencias reparadoras, nuestra omnipotencia y omnisapiencia, nuestra relación con el poder y demás que hubieran incidido en nuestra elección profesional.  De no hacerlo, podrían interferir en nuestro quehacer. "No hay ninguna situación en la vida que carezca de sentido, incluso los aspectos aparentemente negativos de la vida pueden llegar a convertirse en algo positivo  cuando se afrontan con la actitud correcta": Viktor Emil Frankl(6).  Y Abraham Maslow(7) señala: “Debemos formular en forma explícita lo que todos aceptamos implícitamente, que nuestro tipo de trabajo es sentido a veces profundamente y surge de motivaciones personales profundas, que algunas veces nos identificamos con los objetos de estudio en vez de separarnos de ellos, que normalmente nos encontramos estrechamente implicados, y que debemos estarlo, si no queremos que nuestro trabajo sea una patraña”.

Esta construcción del conocimiento de sí como persona favorece el autocuidado, lo cual es ético en sí mismo e implica relaciones complejas con los otros, ya que es una manera de ocuparse de los otros. La ética profesional propone un cambio cualitativo integral de la propia persona.
"Me doy cuenta de que si fuera estable, prudente y estático viviría en la muerte. Por consiguiente acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante." (Carl Rogers)(8)

En cuanto a la supervisión,  hablamos de un espacio en el que se despliegan interrogantes vinculados a aspectos teóricos y prácticos del hacer en psicoterapias. La supervisión entrena al profesional que oficia de terapeuta en la escucha y en la elaboración de hipótesis que permitan introducir intervenciones óptimas.  El prefijo “super” etimológicamente significa “arriba”, sobreentendiéndose entonces que hay alguien que mira nuestro trabajo “desde arriba”, En Psicología Humanista hablamos de “covisión”, en tanto que la entendemos desde un estilo que elimina la mirada “super” y aludimos al “con”. Visionamos juntos el trabajo del terapeuta con la persona que le consulta. La covisión nos permite “pensar con otros”. Entendemos que en la covisión no hay alguien que sabe a ciencia cierta por donde seguir, sino que en todo caso, habrá hipótesis que se irán armando entre los participantes covisantes. El coordinador covisor, es un profesional que, aunque con mayor experiencia, se presenta como facilitador.
Es la nuestra una tarea en la que continuamente nuestro ser se involucra con otro ser en  una relación terapéutica que fundamentalmente es humana. En palabras de Irvin Yalom (9) “La psicoterapia debe ser una experiencia profundamente humana: nada vital puede surgir de procedimienos mecánicos e inhumanos”.  El proceso de la terapia desde el ECP constituye una experiencia dinámica, única y diferente con cada persona, lo cual exige multiplicidad de destrezas operativas, que han de ser covisadas a fin de optimizarlas. Preguntar, dudar, cuestionar la tarea terapéutica abre caminos de mayor riqueza y responsabilidad.
El terapeuta debe procurarse un espacio y una relación en los que pueda diferenciar sus propias experiencias y sentimientos, pueda clarificar significados personales de las vivencias de la relación terapéutica, pueda dialogar y compartir cómo se siente en dicha relación, sus percepciones y expectativas, darse cuenta de sus modos de interacción, ampliar el campo perceptual, descubrir sus recursos personales, posibilidades y limitaciones para el trabajo terapéutico en cada una de las personas que atiende. Es un proceso de aprendizaje experiencial, significativo y participativo en el que ha de ampliar sus puntos de vista promoviendo la confianza en la autorregulación organísmica, la esencia del Humanismo.
La covisión procura afinar el estilo terapéutico personal, la forma en que cada profesional siente y transmite los postulados humanistas. Se procura quitar énfasis al “querer explicar” y al “querer comprenderlo todo”, “preverlo todo”, “analizarlo todo”, al precio de ahogar la espontaneidad, la creatividad y lo imprevisto que son características innatas de todo lo que vive.

La elección de la palabra  “covisión” responde a la propia necesidad de búsqueda, aprendizaje y resignificación. Y más allá de la palabra, lo importante es crear espacios en los cuales seguir creciendo, desarrollándonos y desplegándonos, ya que eso es lo que posibilitará que también lo hagan las personas que nos consultan.
Participar de un espacio de covisión nos demanda la humildad suficiente como para que otros opinen, intervengan, en nuestro quehacer profesional, así como aprender a pensar con otros los trabajos terapéuticos a su cargo. Nos favorece el saber escuchar, respetar los ritmos y tiempos de otros, tener sentido del humor, ser cálido, comprensivo, tolerante, hacer el trabajo con mesura, estudiar e investigar de continuo, tener confianza en sí mismo, ser flexible, ser creativo, tener capacidad introspectiva, responsable, tener una preparación técnica adecuada y un buen encuadre del trabajo.
Nuestro trabajo como Psicólogos nos presenta muchas veces interrogantes, que son los que llevamos a covisar y se convierten en su hilo conductor.
Como dice Rollo May (10) “una de las principales razones de la situación ambigua y difícil en la que nos encontramos los psicólogos es que hemos evitado permanentemente la confrontación con el dilema del hombre. A causa de nuestra tendencia a la reducción, aparentemente omnipresente, omitimos aspectos esenciales del funcionamiento humano. Y terminamos sin la ‘persona a la que ocurren estas cosas’. Nos quedamos sólo con las ‘cosas’ que pasan, suspendidas en medio del aire. El pobre ser humano desaparece en el proceso”

Ser psicólogo es una experiencia maravillosa, en la que estamos en una relación interpersonal profunda. Rogers sostiene que el comprender al otro es riesgoso, ya que podría modificarnos y todos experimentamos temor frente al cambio. Pero la comprensión enriquece, porque permite penetrar en el marco de referencia del otro, y conocer su propia visión de la vida.
“No es frecuente que tenga lugar un encuentro personal tan profundo y mutuo, pero estoy convencido de que si no ocurre de vez en cuando, no vivimos como seres humanos." (Carl Rogers)
“He descubierto el sentido de mi vida, ayudando a otros a descubrirlo en las suyas”. Víktor Emil Frankl (11). O en palabras de Ricardo Peter (12)“La tarea del terapeuta es antes que nada reconciliar al hombre consigo mismo, ayudarlo a perdonarse por el hecho de ser limitado y llevar comprensión a quienes están sumidos en la lucha encarnizada de ser humanos. En esta batalla en campo abierto, la responsabilidad del terapeuta es funcionar como persona, esto es, conservarse básicamente humano. Este es su triunfo.”
Oración Gestáltica (Fritz Perls)
Yo soy Yo
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú
Yo soy Yo.
Si en algún momento o en algún punto nos encontramos será maravilloso, si no, no puede remediarse.
Falto de amor a mi mismo cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a ti cuando intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como realmente eres.
Tú eres Tú y Yo soy Yo

Claudio Rud (13) nos dice: “La psicoterapia es entonces un suceso que se manifiesta descentrado, lúdico, creador de  nuevos sentidos, que posibilita la constitución del fenómeno originario del encuentro e implica una especie de convivencia de todos los elementos del Entre”, que encuentran allí su potencia de hacerse manifiestos”.

Es difícil permitir que los demás difieran de nosotros, o que piensen y sientan de un modo distinto. Pero las diferencias entre los individuos, el derecho de cada uno de utilizar su experiencia a su manera y descubrir en ella sus propios significados, es una de las potencialidades más valiosas de la vida y es una forma de ayudar a convertirse en persona, y ayudarnos a convertirnos en personas…

Lic. Liliana A.Villagra

Referencias

(1)   (7)“El hombre autorrealizado”, Abraham Maslow, ed.Kairos
(2)   “Amor y Voluntad”, Rollo May, ed. Gedisa
(3)   (5) “El proceso de converirse en persona”, Carl Rogers
(4)   “Mirar al sol”, Irvin Yalom, Emecé
(6)“El hombre en busca del destino”, Viktor Frankl
(8) “El camino del ser”, Carl Rogers
(9) “Terapia a dos voces”, Irvin Yalom, Emecé
(10) “El dilema existencial del hombre moderno”; Rollo May
      (11) “Fundamentos y aplicaciones de la logoterapia”, Viktor Frankl, Ed. San Pablo
(13) “Entre metáforas y Caos”, Claudio Rud, Ed.Nueva Generación